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jueves, 15 de septiembre de 2011

Sí, que se muera

Sé que muchos de ustedes se han pasado las últimas horas o días cavilando y discutiendo con sus mejores enemigos sobre la inutilidad, malignidad, pusilaminidad, ridiculez, hipocresía y obsolescencia del discurso nacionalista mexicano. También me imagino que son de esos que no quieren celebrar nada que tenga que ver con la patria o diosito, o que si lo hacen, el resto del año es posible que se les escapen una o dos opiniones críticas sobre dichas fechas.

Hoy, seguro, circulan el conocido cuento de Don Porfirio Díaz instituyendo el día de su cumpleaños como fiesta oficial o ese de que Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte Villaseñor gritó "¡Viva Fernando VII!" en aquella memorable madrugada del 16 de septiembre de 1810 y todos esos "datos curiosos rompe-mitos" que el ciudadano bienpensante va escupiendo por aquí y por allá, esperando que sus interlocutores se quiten la venda de los ojos, pero sobre todo que se queden de a seis con el amplio conocimiento que posee la persona que tienen en frente. Todo para que, con dos o tres mezcales encima ambos concluyan que NADA ha cambiado en 200 años y que si los muertos del narco and stuff.

No me malinterpreten. Que en un día como este se discuta la historia de México en las mesas de pozole o en la calle es el sueño húmedo de cualquier divulgador de la historia, y de hecho a mí, historiante en ciernes, me parece un gran logro. No sé de quién será el logro, pero de que lo es, lo es. Lo que me saca ronchas (metafóricamente hablando) es encontrarse con el típico "Nada qué celebrar" acompañado de un sutil "Yo soy ciudadano de mundo, a mí nadie me engaña". Bastaría con sustraerse de las festividades y listo. Ahora que si se trata de aguafiestas profesionales, carajo, piensen en grande. A menos que sean de esos pasados de lanza que arrojan granadas en las plazas públicas. No hay que ser, gente.

Creo que comer antojitos, romperse huevos de confeti, echarse espuma y chupar en ambiente de kermesse no está tan mal. Entrarle a la verbena no es contrarrevolucionario ni va a dejar a la gente estúpida. "Pan y circo", dirán. No se confundan, chavos: ese pan y ese circo nos los buscamos todos diario y no me digan que no. Si fuéramos a cambiar el modo de pensar de los otros millones de mexicanos que les gusta celebrar septiembre como mes patrio, quejándonos de las fiestas, pero en serio, ya estaríamos haciendo otras cosas. Yo como no tengo ese objetivo de momento, me dispongo a comer de esas cosas "bien mexicanas" en estas fechas, porque ya tiene rato que no lo hago. Lo verdaderamente triste es que nos enfrentáramos de nuevo a un Morelia-2008.

Vamos, está bien, indígnense, cada quien su amargura consciente o su conciencia amargada. Ustedes ya han visto la mía varias veces.

Pero bueno, ya no se enojen, les voy a regalar mi más reciente creación literaria que no es más que un agregado jocoso malintencionado. Y antes de alguien lo diga: Sí, señores, esto está en la misma línea de mis textos distópicos.


Archivo Nacional de la Liberación (ANL)

Fondo: Aztlanismo y otras doctrinas de odio

Colección: Miscelánea sobre la Partición (2017-2035)

Caja: 679, Expediente 1756

“Muera México”, lírica y música de parodia subversiva de la conocida canción del compositor Pedro Galindo Galarza, de autoría anónima. Este archivo es una versión aproximada de la parodia original, pues debido a su lírica fue prohibida de acuerdo a la interpretación de los crímenes de incitación al odio y apología del terrorismo del artículo 15º del Código Penal de la Zona Urbana Central de Anáhuac, vigente en el período 2029-2033; el contenido es una recuperación de datos cotejados, obtenidos en una investigación de campo realizada en 2037 por el entonces joven Raúl Yolihuani Cóatl Torres, actual rector de la Universidad Nacional Autónoma del Cem Anáhuac y renombrado antropólogo y politólogo. La más cercana a esta depurada versión, se encuentra en el número 35 de la revista electrónica ilegal “El llamado del Chaneque”, distribuida clandestinamente en la Red Audiovisual Portátil durante los años 2029-2030, que puede ser consultada en este mismo Fondo.


MUERA MÉXICO

Anónimo


Nacido mexicano,

de este funesto suelo,

esta ominosa tierra,

mal llamada “Nación”


Como animal herido,

devoto a una bandera,

con voluntad de arcilla

y enfermo el corazón


¡Muera México! ¡Muera América!

Oh, suelo maldito por Dios

¡Muera México! ¡Muera América!

Tu tumba la cavaré yo


Nacido mexicano,

siempre compadecido,

si quieren informarse,

la historia mentirá


Que México es ojete,

mil cuentos ha contado

sobre la democracia

y supuesta libertad


¡Muera México! ¡Muera América!

Oh, suelo maldito por Dios

¡Muera México! ¡Muera América!

Tu tumba la cavaré yo


Viví cual mexicano

por eso estoy dipuesto

si México se muere

alcanzar libertad


Así se lo agradezco:

Conciencia me has dado,

ya no soy tu soldado,

yo soy libre ya.


¡Muera México! ¡Muera América!

Oh, suelo olvidado por Dios

¡Muera México! ¡Muera América!

Mi sangre siempre seré yo.


Se anexa el borrador inicial del conocido artículo de Cóatl TorresMuera México: historia de unos versos malditos”, recuperado por la dirección del ANL de los archivos muertos de la Sección de Control de Identidades y Mexicanización.

Reproducido de acuerdo al Artículo 4to, Fracción X de la Ley General de Documentos Históricos de la República del Cem Anáhuac

Libertad, comunidad, mexicanidad. Oaxaca, 12 de junio 2075



Sean buenos con sus jefes de manzana (y de plaza) y ya no se saquen los mocos.

Los quiero,

H.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Remember, remember...


Estamos proclamando el 5 de noviembre, inspirados en la adaptación de V for Vendetta al cine y el descubrimiento siempre inquietante de la riqueza de las ficciones políticas y sociales de futuros y/o realidades "desolador@s", como el Día de la Distopía. Y lo celebraremos cada año en Éter Verde. Hay día de la secretaria, del compadre, y muchos decretados por organismos de la ONU. Ps bien, aquí haremos lo mismo.

Yo ya hice lo propio viendo por enésima vez el filme, y a lo largo de este mes, les sugiero atascarse de distopías filmícas para entrar en el mismo canal, como la adaptación de Trouffaut de la intimista Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, la de Anderson a la quintaesencia de las distopías (1984), la de Schlöndorf al cuento de la criada de Atwood o la de Cuarón a los niños de P.D. James.

Pero diremos cosas más interesantes, con motivo del próximo primer centenario del inicio de la Revolucia Nopalera -¿a poco no es chido poner nopales en cada referencia a este país, carajo?-, el próximo día 20.


Esténse pendientes.

H.

martes, 4 de mayo de 2010

Inventando el futuro V

No diré mucho sobre este texto. Se fue a concursar y perdió miserablemente. La verdad es que no culpo al jurado; cuando vi el mensajito de confirmación de "enviado", me quedé con la sensación de que me estaba estafando a mí mismo enviando esto. Pero aún así es mío y desde luego que tiene cosas que me gustaría rescatar, pero voy a reescribirlo. Disfrútenlo, quedará irreconocible después de lo que tengo pensado hacerle...


Razones de un papel doblado

“…la última expulsión de romaníes de Italia ha agravado la situación que impera en Europa desde…” El brazo de Armando cayó pesadamente sobre el despertador. Abrió un poco los ojos para verificar si acaso el reloj le concedía unos minutos más de sueño, pero eso no fue lo que encontró. “Toluca, 2 de febrero de 2033. Mitin hoy” escuchó. ¿Y ahora a dónde chingados debo ir?, se preguntó con fastidio. La pantalla del aparato mostró rápidamente el croquis del camino que tendría que seguir para llegar a su destino. Usar el tren bala parecía ser la única opción, ya que la huelga de transportistas aún no terminaba. Qué irónico, pensó, cuando era niño, esos ojetes se quejaron de que el tren estaba más barato. Ahora se quejan de lo contrario. Y uno haciéndole al usuario resignado. Salió rápidamente de su departamento para encontrarse con que el elevador estaba descompuesto. Suspiró. ¿Cuántos pinches pisos tiene esto? Uno de los técnicos enviados pata reparar el desperfecto se dirigió a él, sonriente “No se apure joven, lo arreglamos hoy mismo”. Sí, claro. Salió corriendo del edificio. Eran las doce y veinte.


Primer turno. Alguien sube a hablar. “Buenos días. Nos hemos visto en la penosa necesidad de hacer estas reuniones casi en la clandestinidad, dado el clima de intolerancia y violencia que actualmente vive la Unión. De todos es conocido el lamentable episodio de las violaciones múltiples que, bajo el nombre de limpias, los militantes del movimiento aztlanista, han estado cometiendo en las zonas más pobres del Área Urbana; esto es sólo un ejemplo de lo peligrosa que se ha vuelto la nueva ley que permite la militancia política entre los sectores más marginados y menos educados del tejido social. Nos podrán llamar reaccionarios, pero estuvimos advirtiendo de esto desde la incorporación de México a la Unión Norteamericana. La legalización de las drogas, la de la interrupción del embarazo, la libre constitución de comités ciudadanos vigilantes, los juicios populares y demás significativos avances fueron propuestas nuestras y le han dado una gran vigor a nuestra condición de ciudadanos libres…” Un discurso incendiario contra el Partido Mexicanista Unido y el aztlanismo. Los hombres libres aplaudieron.


“¿Y a dónde va ahora, joven Armando?” le preguntó la cajera del establecimiento de comida rápida. Él la miró extrañado. “A un mitin, Josefina”, le contestó ¿De cuándo para acá esta pinche vieja me tiene esa confianza? Clavó la mirada en los ojos de aquella mujer robusta, de rostro moreno y expresión amable.

Hacía mucho tiempo que personas como ella habían dejado el mandil de cuadros y sus humeantes y grasosos anafres callejeros para incorporarse a las pujantes empresas de comida rápida que estaban haciendo gorditas, tlacoyos y quesadillas, y que requerían de sus habilidades. Armando nunca había comido un sope o una quesadilla en la calle, por lo que ver las fotos decorativas de los viejos tiempos, que retrataban esos antiguos puestos, le causaba extrañeza y al mismo tiempo, algo de asco. “Yo voy a hacer una cosa muy importante hoy, joven. Este trabajo ya no me da mucho. Nomás termina mi turno y me voy. A lo mejor hasta me toca acompañarlo a usted en el tren”. La mujer sonrió. Armando quiso ignorar la sonrisa, pues su atención estaba en el texto que tenía preparado para el Comité Ciudadano al que pertenecía. Cuando se dio cuenta de la hora, se atragantó con la gordita que aún no terminaba y dio un largo trago a su refresco. La sensación de nauseas no tardó en aparecer, pero eso no importaba: sus palabras debían ser escuchadas en el mitin. Salió corriendo y volteó involuntariamente para ver si Josefina ya se había ido. La vio besando una hoja de papel doblado mientras la metía en su bolsa, lista ya para retirarse a descansar. Eran las quince y diecisiete.


Tercer turno. Otro orador. “…esas monsergas de la sociedad que se hacen llamar de izquierda solamente promueven la entronización de un modelo, o ya sea estatólatra o ya sea de naturaleza tan idílica como la del pretendido anarquismo, y han venido alimentando las filas tanto del mexicanismo indigenista trasnochado como del aztlanismo fascista y conservador. Esas personas no alcanzan a ver los beneficios de la integración a la Unión y es gracias a sus alborotos que tan sensata unión política, consumada hace doce años, ve fracasar sus nobles objetivos en medio del frenesí del caos. La Unión está por morir, señores, si los verdaderos ciudadanos no hacemos algo antes…” Los ciudadanos comprometidos escuchaban atentamente, lanzaban consignas y aplaudían.


Pinche transporte tercermundista, me cae. Armando comenzaba a impacientarse ante la demora del tren bala. Él hablaría en el tercer turno, pero posiblemente ya no podría. Mínimo hacer acto de presencia, pero si esta madre se sigue tardando… El mitin era en San Juan del Río. Razón más para preocuparse: el tren podía ser secuestrado por aztlanistas. Pero para eso vengo preparado, hijos de su pinche madre… Acarició su revólver nuevo, diseñado especialmente para evitar la detección en los sensores del tren y dotado de un sofisticado sistema silenciador. Miró a su alrededor para distraerse. Algunos jóvenes repartían volantes con la leyenda “Ayer los palestinos, hoy los gitanos y lacandones, mañana ¿quién sigue?”. Las pantallas de la estación proyectaban partidos de futbol y avances de Frozen Citizens, la exitosa serie de HBO-Televisa Entertaiment que iba ya en su séptima temporada. Algunos jóvenes dejaban flores en los respectivos altares de San Judas Tadeo y de la Santa Muerte, que parecían estar construidos para competir por los fieles: frente a frente. Cuando Armando pensaba en lo mucho que despreciaba a la iglesia y el cambio de nombre que su padre, entusiasta militante mexicanista, le había sugerido que hiciera para respetar sus raíces, el tren arribó. La gente se amontó en las puertas de los vagones. Por lo visto, ni los módulos de un tren contendrían a tal populacho. Armando se encontró entonces frente a frente con la cajera Josefina. “Hola, joven ¿también va para Atongo?” Él contuvo su fastidio y sonrió hipócritamente: “No, Josefina, yo voy para San Juan del Río”. Eran las dieciséis y cincuenta.


Octavo turno. Un orador más. “…ese lisonjero y retrógada individuo, que se hace llamar intelectual progresista, como ustedes habrán constatado, escribió ese artículo donde pretende hacer del concepto gente de razón un término peyorativo para denominar a los librepensadores cómo nosotros. Pues hemos de contestarle: sí, señor Cóatl, somos gente de razón y así nos reconocemos ¡no como el resto de ustedes, que aún maman del mito del buen salvaje!” Aplausos, consignas, puños levantados, computadoras portátiles que difundían el mensaje.


Problemas técnicos en el tren, muchas horas de espera. ¿Tlali?¿Qué mamada es esa? No pienso llamarme así. “Significa ‘tierra’, joven” Armando no se había percatado de que su boca dejaba escapar sus pensamientos y que Josefina lo escuchaba. La miró sin disimular su desprecio “¿Qué usted es del PMU o aztlanista o algo?” Varios pasajeros no pudieron ocultar en sus ojos que aquella pregunta les alarmaba. “No, joven ¿cómo cree? ¿Sabe cómo llamaba mi tatarabuela a la tierra?” Aquella mujer sonriente levantó entonces una mano con la palma extendida y gritó con todas sus fuerzas “¡HAI!” De entre sus ropas, Armando distinguió un extraño aparato y quiso sacar su revólver. Explosión. Papel doblado quemándose. Eran las veinte y treinta y tres.


Décimo turno. Revisión de las últimas noticias. Ningún orador. “Reporte de última hora: atentado en el tren bala…” Confusión, coraje, puños levantados, consignas gastadas, llamadas al gobierno, personas inmóviles, ningún aplauso. Silencio. Eran gente de razón.


H.

viernes, 9 de abril de 2010

Inventando el futuro IV

Hoy quería armar un súper post que me lanzara al estrellato como blogstar, pero ante la falta de ideas que vendan, opté por publicar un cuento más de los que pretendí enviar al concurso de 2033. Por cierto, pónganse abusados, pues este es el penúltimo que subiré y pronto conocerán al afortunado que finalmente se fue a concursar. Osea: prepárense para decepcionarse de lo lindo.


El texto de hoy, al igual que el anterior, quedó atrapado en las tres cuartillas reglamentarias de la convocatoria, lo que significa que lo que van a leer aquí no es ni la mitad del argumento que ideé para escribirlo. Tiene sus defectillos (como el final apresurado, marca de la casa, que ya había mencionado hace mucho tiempo), pero también tiene sus virtudes. Ambas cosas se las dejaré a su criterio.


Y claro que nunca está de más recordarles que si me plagian se les va a gangrenar el ano. No me pregunten cómo; yo sólo sé que sucede.


Vale, después de la mueca de asco, repugnacia y desprecio que muchos de ustedes me acaban de hacer, ya pueden dejar tan horrible sensación en el pasado y concentrarse en el futuro:


Un Mesías (Ipse dixit)

7:00. Me citaron muy temprano. Soy recibido a la hora convenida en la sala de estudio de comportamiento por el doctor Sánchez Herzog, responsable directo de mi futuro entrevistado. Él no me lo dice, pero es quizá el vigésimo especialista directamente encargado del caso, pues el sujeto es en verdad una anomalía del comportamiento, un enigma indescifrable: un auténtico transgresor. El gobierno de la Unión ya había dado desde el 2027 el diagnóstico oficial, el cual según me confiesa Sánchez, es una mentira descarada. Menciona, con calculado recato, que durante el período 2013-2022 se elevó alarmantemente el número de diagnósticos siquiátricas relacionados con serios desórdenes de personalidad entre la población y, evidentemente, se agilizó la construcción de clínicas especiales por todo el territorio. Lo que no me dice es que en ese mismo período, las facultades de psicología fueron fusionadas con las de medicina y que hoy en día aquel que afirma ser psicoanalista es tomado por un charlatán. Aún más: si ejerce su oficio, se le detiene. Es el imperio de la siquiatría. Tan drástico cambio en la forma de ver la mente de los ciudadanos mexicanos tuvo origen en este caso. En este individuo.


9:00. He pasado dos horas con los ayudantes de Sánchez Herzog, que me proporciona un equipo especial de autodefensa en caso de que el sujeto tenga un episodio: una jeringa que mediante un dispositivo especial se adhiere a mi muñeca, ocultándose con la manga de mi camisa y que puede ser activada con determinado movimiento. Me instruyen en técnicas de manipulación siquiátrica (así las llaman ellos) para evitar que el sujeto diga cosas indebidas. “Todos en la Unión Norteamericana somos libres, excepto individuos como él, por eso debemos prevenir” me dice el doctor Sánchez antes de invitarme a desayunar. “Lo verá después”.


12:47. El desayuno tuvo lugar en el lujoso comedor de la oficina del director de la clínica. Es amigo íntimo del Gobernador de la ZUCA (Zona Urbana Central del Anáhuac), así que tuve la oportunidad de intercambiar unas palabras con el representante de las ciudades de México, Puebla, Querétaro, Toluca y Cuernavaca ante el Consejo Norteamericano Unido. Discutimos sobre lo que la prensa bautizó como “La gran locura” de la década pasada y sus posibles causas: la crisis de identidad, la económica; el exceso de desechos y sus efectos en el medio ambiente y por ende, en la salud física y mental de la población; el escandaloso pero momentáneo desprestigio derivado de escándalos en las distintas Iglesias; la violencia, etc. Son hombres que evaden las preguntas hábilmente y dan respuestas que no los comprometen, aunque saben que la Red Audiovisual Portátil (RAP) vigila sus palabras e incluso su pulso cuando mienten. Tanto ellos como yo y millones de personas más en la Unión, somos vigilados a todas horas, aunque se nos haga ver esa vigilancia como el gran milagro de la comunicación libre y segura. En las siguientes horas yo tendré el inusual privilegio (o mala suerte, según se vea) de portar un dispositivo especial de la RAP, que no puede ser rastreado, pero es capaz de emitir señal. El gran público ha sido avisado de la entrevista que tendré con este hombre y podrá sintonizarla en cuanto comience. La siguiente mitad del día podré decir lo que quiera sin escuchar al automessage de la censura oficial. Seré un individuo sin vigilancia durante varias horas y tendré la libertad de preguntar lo que sea, pues intercambiaré palabras con un individuo que es, de alguna manera, más libre que muchos de nosotros. Las cámaras están listas, el equipo de Sánchez me deja solo en la sala y manda traer al paciente. Me siento seguro. Es sólo un hombre.


15:26 Le dicen El Cristo. No se supo hasta hace poco que había nacido en Colima en 1994, pues él mismo había falsificado sus documentos varias veces. Hoy en día, a pesar de tener 39 años, afirma tener 33. Viste una larga túnica larga de manta y se ha dejado crecer la barba; dado que padece de albinismo, su pelo es de un blanco níveo. Luce así por decisión propia, pues el resto de los pacientes visten una ropa especial de polímero y se les afeita a rape con regularidad. Los doctores lo han dejado ser como prefiere, dicen ellos, para estudiarlo mejor. “Pero me temen” me dice “no pueden ni les interesa entenderme”.


17:15. Me pregunto cuál sería la reacción de la gente que está sintonizando esto. La entrevista no parece avanzar, pero tengo la seguridad de poder sacar algo valioso. Nació con el nombre de Aníbal Pérez Dávila, pero se lo cambió a Jesús Quetzalcóatl. Ese estrafalario nombre nunca fue reconocido oficialmente, pero era conocido en el ámbito del narco, entre los grupos subversivos y, por supuesto, en la secta que surgió del culto a su persona. Su mirada es profunda y firme, y aunque es de estatura media adopta una postura que hace que su interlocutor se sienta sometido por su persona. Se sabe carismático y explotó esa característica durante años. Se le ligó al tráfico ilegal de drogas (antes del Acta de Legalización), la trata de personas y homicidios múltiples. Algunos de los hombres y mujeres más poderosos del país lo consideraban sabio. El último presidente antes de la anexión de México a la Unión era uno de sus amigos más cercanos. Y también es el primer mexicano en ser acusado y encontrado culpable de intento de genocidio.


18:58. Puedo sentir su mirada caer pesadamente sobre mi ánimo. Yo no logro sacar datos interesantes de su vida. Ha relatado con cinismo y lujo de detalle su carrera criminal. Puedo suponer que tanto el público como los gobernantes sienten la misma fascinación que yo al escucharlo, aunque lo que diga sea brutal y siniestro. Aún así, nada de lo que me ha dicho es distinto a lo que ya circulaba en la RAP. Hasta ahora no he necesitado de los instrumentos que los doctores me dieron al inicio del día. Siento hambre y comienzo a sudar. La primera reacción es normal para mí, pues no he probado bocado desde el mediodía, pero la segunda tiene que ver con lo que me está diciendo. En 2012, en medio de un frenesí mediático y esotérico, la secta que se había formado en torno a él llevó al suicidio ritual a 397 de sus adeptos. “Sacrificamos al zenzontle, al pájaro de cuatrocientas voces, ¿sabe por qué?” Su voz me muestra una convicción escalofriante. “Porque lo amábamos”. La metáfora es acertada, pues las víctimas eran en su mayoría gente ilustrada, progresista: periodistas, líderes sociales, científicos, escritores. Algunos eran muy humildes, pero formados en instituciones de prestigio: ese 12 de diciembre (la fecha también fue calculada fríamente) efectivamente silenció a casi cuatrocientas valiosas voces. Él y los dos otros cabecillas del culto fueron capturados dos años después. Ironías del capricho popular: los tatuajes que portaban se han convertido en símbolos contraculturales, tanto el feto con una serpiente como cordón umbilical, tatuado en el vientre de María Isabel Rivas Aguilera alias Coatlicue, como la corona de flores que lucía Eduardo López Martí alias Xochipilli. Ambos se suicidaron en la captura, pero El Cristo fue recluido y guardó silencio durante años. Hasta hoy. Aunque de eso último ya no estoy tan seguro… Me ofrecen un receso para cenar. ¡Al fin!


20:33. Aunque la cena me repuso, siento aún el peso de su presencia en mi ánimo. Trato de volver a la objetividad recordando los cientos de artículos que se han escrito sobre él, sobre su culto y la extraña atracción que ejerció sobre muchos. Me repito a mí mismo que soy un hombre del siglo XXI, esto no me puede estar pasando. Conforme avanzo con preguntas que cada vez sé con menos certeza cómo formular, me doy cuenta del terrible caos silencioso que amenaza tras sus palabras. Nada en él tiene sentido, su transgresión es a la humanidad misma. Ya no puedo seguir fingiendo que me mantengo sereno. Él lo nota y me sonríe por primera vez en toda la entrevista. “Me gusta hablar con la autodenominada prensa libre ¿sabes? Es la que más atada está a sus palabras. No puede transgredir, aunque quiera; no como yo”. Mi pulso me traiciona, tiro la grabadora, activo la jeringa. Él permanece sereno, sonriendo. Por fin me ha dicho un secreto…


Esa noche, la señal de la RAP se cayó durante varias horas. Tres días después se difundieron las imágenes de esos momentos ciegos, en los que un valiente reportero le quitó la vida a un sonriente genocida. Miles sintieron un gran júbilo y al mismo tiempo un inmenso vacío al saberlo. Pero era una gran victoria de la libertad; era obligatorio celebrarla. Y así se hizo.


P.D. Pronto estaremos presentos en varios eventos promocionando la obra de su servilleta. No se despeguen.


H.

viernes, 26 de marzo de 2010

Inventando el futuro III

Este texto fue un serio candidato a enviar al concurso. Dudé en enviarlo durante tres noches y al final desistí. Me quedé con la sensación de que hubiera ganado algo, pero ps ya ven cómo es este bisne; influyó en mi desición el hecho de que el argumento daba para más cuartillas. Se los paso, igual que los otros, sin arreglos. Enjoy.


Cum hoc, ergo propter hoc (o cómo no se debe crear un mártir)

<Inicio> <Dictáfono> <Nuevo documento> <Comenzar dictado>

Hermana Macehual Citlali Mendoza, militante del Partido Mexicanista Unificado desde 2029. Informe de actividades de politización y aplicación de la teoría de la siembra de mártires.

Primer principio: El cambio es inevitable, ley social. La resistencia voluntaria al cambio es reaccionaria; la sensación de permanencia de ciertos remanentes de la realidad pre-revolucionaria obedece únicamente a la inercia de la sociedad. Algunos de estos elementos son dañinos, otros son útiles al cambio revolucionario. Reconocerlos es deber del militante mexicanista, siempre dispuesto a orientarlos a la instauración de la República de Anáhuac…”

Citlali detuvo el dictado. Redactar un informe siempre había sido tedioso. O sea, conozco los pinches preceptos del Partido, ¡ya me los sé! ¿qué caso tiene repetirlos tanto? Ojalá valga la pena la toma del poder, para que esta chamba la hagan otros. O los robots… Dejó escapar una pequeña risa. Sí, claro: robots, sólo la gente huevona como yo piensa en robots. Buscó con la vista su caja de cigarros, pero la penumbra de su cubículo sólo le permitió tantear con las manos. ¡Órale! Todavía tengo papel y plumas de tinta. A lo mejor las guardé por nostálgica. Encontró los cigarros, sacó uno, lo encendió, disfrutó unas cuantas bocanadas lejos del dictáfono y prosiguió.

“…Quinto principio: El alma mexicana tiende a la jerarquía y el reconocimiento de un tipo definido de singularidad, generalmente derivado de un imaginario machista, pero al mismo tiempo respetuoso de cierto orden matriarcal. Políticamente, sólo puede engendrar líderes y seguidores. Un régimen que obedezca a estas tendencias naturales es el tránsito adecuado para el cambio revolucionario. El engaño a las masas es válido en este contexto…”

Suspiró. Activó la pantalla de televisión. Lo de siempre: la invasión india a Pakistán y un plebiscito hecho en la cada vez más débil Unión Norteamericana arrojaba sus primeros resultados: 70% de los ciudadanos participantes pedían la disolución de la Unión. El cimiento perfecto para el nacimiento de Anáhuac, pero es que también esos pinches aztlanistas…Tomó un sorbo de café y volvió a darle una chupada al cigarro. Hizo un gesto de asco. Seguro que, al menos, en el siglo XX tomaban buen café y fumaban algo mejor que esta mierda. Pero había disfrutado el cigarro. No: el asco no era por eso y tampoco por el café. Continuó.

“…Un buen mexicanista debe estar atento a las oportunidades que el cuadro social ofrece, por lo que la que elabora este informe lamenta dar a conocer la fallida aplicación de la teoría de la siembra de mártires. El sujeto elegido para tal propósito fue seleccionado de entre el círculo más cercano de quien esto redacta. Su nombre: Luis Cuauhtli Mendoza, hermano de la militante. Se le acercó con la debida prudencia al Partido y su ideario, pero manteniéndosele convenientemente alejado de una militancia activa. La cercanía…”


“… la cercanía de la militante con él fue un factor importante para lograrlo. Durante meses se le adoctrinó de tal forma que se pudiera convertir en un seguidor fanático del mexicanismo. El carisma del sujeto y la amplia red de comunicación audiovisual portátil instalada en la Zona Central por el gobierno de la Unión lograron completar con éxito la misión de darlo a conocer entre los habitantes de la misma. Cuando se le habló de acciones drásticas para llamar la atención del pueblo, accedió entusiasmado a aceptar cualquier propuesta.”


“Nota personal: Varias veces me habló del poder simbólico de su propio sacrificio. Me propuso aventarlo de una unidad habitacional de las más nuevas (y altas) envuelto en una antigua bandera federal. Y en otra ocasión, se le ocurrió la estrafalaria idea de pasar montado a caballo en los barrios controlados por los militantes aztlanistas más extremistas y provocarlos a acribillarlo. Era, en verdad, alguien con ganas de morirse.”


“El día de hoy, que se celebra una de las tres fiestas nacionales de la Unión, dio un discurso en el Zócalo de México sobre nuestra plataforma política inmediata. Habló de cómo los sistemas de transporte, tanto de personas como de abastos, habían sido rebasados años atrás; de nacionalismo alimentario, ante problemas como la extinción del nopal; sobre la creciente influencia de la cultura angla en el alma mexicana, cómo lo demuestra la alarmante y galopante adhesión masiva de muchos a iglesias y sectas protestantes y la corrupción del español; también sobre el peligro reaccionario católico y fascista del aztlanismo y de la alianza de éste último con las antiguas familias del narco, hoy convertidos en respetables empresarios y políticos. Al respecto, el Partido debe analizar la posibilidad de una futura guerra, tanto por el agua potable como por problemas fronterizos, contra un Estado aztlanista, pues la adhesión a esta doctrina reaccionaria entre la población de la región separatista del Bajío es de un nivel alarmante. Es imperante que el Partido se apresure a lograr la simpatía de los pueblos indios susceptibles de ser víctimas de las limpias aztlanistas. El punto fue abordado por Lui… por Cuauhtli, aunque en otro tono. Mencionó asimismo el control policíaco e ilegal de la conciencia por parte del actual régimen de la Unión, que se vale de la red audiovisual portátil para ello. Una vez terminado el discurso, la militante y él montarían una farsa que provocara la represión deliberada de quienes escucharan y el sacrificio del sujeto”.

Citlali se mordió el labio inferior. ¿Fallamos por ti? ¿O por mí? Luis, no entiendo. Desde pequeños, tú sabías que era incorrecto…Controló aquel raro sentimiento y siguió dictando.


“Nota personal: La militante debe tener cuidado en seguir al pie de la letra las indicaciones del Partido y no dejarse llevar por… emociones fuera de lugar. La creciente tendencia al juntamiento, es decir, uniones libres y concubinatos, al contario de lo que se creería, alimenta la idea del amor romántico; es decir, relaciones no sancionadas por autoridad alguna. Es preciso evitar que esta idea sea propagada con fines políticos, tanto en la tendencia a entronizarla como dogma de vida como su utilización como arma ideológica contra un futuro régimen mexicanista”.

Sonrió por la ironía de lo que acababa de dictar. E incestuoso, además. Se detuvo una vez más. Sintió lágrimas salir de sus ojos, pero siguió.


“El acto de politización por vía de la siembra de un mártir se vio deformado por circunstancias insospechadas que salieron a flote a último momento. En realidad, los cálculos estaban errados. Alguna organización no identificada ya se había acercado al sujeto o se vio impresionado por alguna extraña filosofía, ya que engañó a la militante durante meses sobre su adoctrinamiento y se entregó al final a un acto de sacrificio ajeno a lo planeado. Rápidamente, tras el discurso se vio alzarse tras de él una cruz de madera, un par de individuos se acercó y asesinando salvajemente a Cuauhtli, le arrancaron el corazón para después crucificarlo. El acto provocó pánico masivo y la consecuente represión. El simbolismo del acto parece evidente, pero para quien esto redacta, permanece oscuro. Se recomienda abstenerse de usar la siembra de mártires como estrategia política en lo sucesivo. Libertad, mexicanidad, comunidad. 5 de mayo 2033. Fin del informe.”


Había sido un día agitado. Citlali se sentía cansada; quizá era el llanto o su desordenada forma de redactar el informe. No fue por amor, ni por la mentada libertad. Te oí, Luis, ¿qué era? Y, ¿por qué sonreías? Fumó un poco más y terminó su dictado:

“Nota personal: Ese hijo de la chingada nunca me quiso…”


P.D.: Quiero compartirles esto. Sé que no tiene nada que ver, pero me gustaría saber su opinión. Por otro lado, el cuento anterior es OBRA PROTEGIDA, espantajos, ni se les ocurra plagiar.


H.

sábado, 13 de marzo de 2010

Inventando el futuro II

Algunas justificaciones primero: este texto es en realidad el primero que consideré seriamente para enviar al concurso de 2033 y la verdad es que, releyéndolo, creo que me quedó muy mamón. Tiene muchas lagunas y va más por el lado descriptivo que narrativo. Como es evidente, a este tampoco le hice correcciones, así que no esperen gran cosa. Bueno, de hecho a ninguno de los que voy a subir aquí le voy a hacer correcciones, pero para mí nunca está de más señalarlo reiteradamente. Este texto tiene un título, pero la verdad es que no me acabó de convencer y le puse, así, a secas, Ad Nauseam (ni águilas ni serpientes). Va:


Archivo Nacional sobre la Partición (ANP). Fondo Documentos particulares. Colección Cartas. Caja 7: referentes al Acta de Partición (2032-2034) Expediente 2415

Carta de Juan Cuitláhuac Mendoza dirigida a Citlali Irene Rivas del 19 de septiembre de 2033, reproducida en el número 34 (mayo de 2072) de la videorevista “Ollin”, con acuerdo al Artículo 4to, Fracción X de la Ley General de Documentos Históricos de la República de Anáhuac. [CONFIDENCIAL: Posible inspiración de manifiestos subversivos.]

Libertad, hermandad y mexicanidad.

19 de septiembre de 2033

Querida Citlali:

Contesto a tu angustiado mensaje de ayer. La cuestión de mi trabajo no es tan grave, no te preocupes.

Los disturbios de anoche han alertado a la mayoría de los cuerpos policíacos que han patrullado las calles del barrio con una meticulosidad que no había yo visto desde la crisis de la plaga del nopal, allá en el 2021. Se me hace que quitaron los nopales del escudo nacional para acabar ya de plano con el recuerdo de la planta. Claro que a la larga, todo el escudo desapareció porque nadie sabía ya bien a bien quiénes eran las águilas y quiénes las serpientes. O cuál era mejor.

Dicen que antes de la Unión Norteamericana se celebraba el 15 de septiembre; yo apenas lo recuerdo. Hoy me desperté con la noticia de que ya ni el 5 de mayo se celebraría en lo sucesivo. Camino al trabajo me llegaron los rumores de que el Distrito de Querétaro se quiere separar por la inseguridad que provoca la inmigración de gentes de acá del centro, que ya nos habían advertido que la mancha urbana los iba a alcanzar… ¡qué delicados, me cae!. Siendo que hay gente con verdaderos problemas. Junto a mí en el tren bala, por ejemplo, iba junto a un viejito que venía de Tuxpan, huyendo de los aztlanistas, esos que quieren hacer otro país allá en territorio de La Familia. ¿Te imaginas cruzar la frontera en Valle de Bravo o en Guanajuato, cuando hace unos meses teníamos libre tránsito hasta Alaska? El viejito me contaba que la tierra allá en Michoacán ya no vale nada, que los aztlanistas andan decretando mil cosas, y mandando a las mujeres a los “neoconventos” (así les dice un periodista ¿yo qué?). Que la cosa está más grave que aquí y las limpias no se acaban. Parece que el siguiente objetivo, si el Congreso Local de Querétaro queda en manos aztlanistas, son los otomíes. Mejor dile a tu abuela y primos que se pelen, porque las cosas no pintan nada bien. El Tren Bala llega hasta Iztapalapa, pero que no se dejen engañar, por allá también andan bandas haciendo limpias, mejor que se bajen por Azcapotzalco o en Vallejo. Ahí al menos pasan por refugiados de Chiapas.

Uno de mis primos, que se sentía tan ajeno a tanto desmadre, me salió hoy en el trabajo con que mañana se va para Costa Rica porque ya le dio miedo y que además allá los países se están uniendo en vez de separarse. Lo entiendo, le va bien y no quiere perder lo único valioso que le queda: a su familia no les racionan el agua, tienen los mejores páneles solares, sus coches, ya ahora sí, todos son eléctricos. Y mira que ellos todavía tienen ahorros en ameros. No sé cuánto les dure la suerte, porque ese dinero puede esfumarse en cualquier momento, y el camino al sur es peligroso por tierra. Lo que veo es que la verdad él ya no se preocupará por este trabajo.

Cuando pasé frente a una oficina improvisada del PMU [Partido Mexicanista Unificado] estuve pensando muy seriamente unirme porque dicen que aceptan a cualquiera y los más fanáticos son en realidad pocos. Ahí está el futuro, según. No andan tan errados, tanto diputado y jefe de barrio les da una fuerza que no veas y ganan un chingo con la venta de polvo. A los antiguos narcos, los meros meros capos, sin embargo, se los ganaron los aztlanistas y parece que con todo su dinero sí se van a construir su país ese; obvio, le van a llamar Aztlán. Pero ya sabes, nunca he podido decidir nada bueno en mi vida, menos unirme a un partido.

No sé si ya te ha llegado la última: ¡en el último capítulo de Frozen Citizens matan a Abraham! No inventes, está cabrón, todos en el barrio están atentos a ver si sacan otra temporada, pero tanto toque de queda nos corta la luz a la mera hora y ya no se ve la pantalla colectiva, porque déjame decirte que las televisiones particulares ya las prohibieron. A mí me late que son los del PMU, para que no veamos cosas yanquis. Pero pues la Unión ya se está derrumbando, no sé qué tanto le hacen; yo ya ni voy a volver a ver a mis compas del barrio, igual ellos también han de estar huyendo por lo de los disturbios entre mexicanistas y aztlanistas. Y además la policía gringa. Seguro que todos ellos si verán si hay nueva temporada, a diferencia de mí.

A lo mejor el panorama que te pinto no suena así como para que yo esté tan tranquilo esperando la nueva temporada de una serie gringa, siendo que mañana nos pueden dejar sin agua permanentemente o los limpiadores nos confundan con indios y nos maten. Mira, yo ya hace un buen rato me acostumbré a no preocuparme por esas cosas, por mi trabajo. Me pasaron varios libros cuando entré, de esos que llaman distopías, muy comunes el siglo pasado, en los que los escritores más paranoicos les daba por sacar sus fobias. Había uno donde la gente se quedaba estéril, otro donde se quemaban libros y otro donde la población crecía tanto que ya se hacía comida hecha con gente. Tanta lectura de esas me hace ver que, de todas formas uno puede esperar lo peor, aunque no sé qué manías tenían con lo artificial, si lo que nos está pasando, que ellos imaginaron tan trágico, es tan natural, ¿no? Mi trabajo tiene que ver con estudiar esos libros, con entenderlos y evitar sus presagios. De hecho, mi compañero más cercano me dijo hoy que ya nos tocaba hacer nuestra parte. Que todos están listos ya.

Bueno, debo terminar con algo que quería decirte. Primero, no te apures, fui catalogado como estéril hace años y estoy sano; no tendrás un hijo mío ni tienes ninguna enfermedad. Segundo, acabo de encontrar un documento que cambió mi vida. No es una Biblia, si es lo que estás pensando, ahora que ya tanta gente se ha vuelto protestante. No te puedo decir mucho, sólo que tiene que ver con mi trabajo; deberías leerlo tú misma. Si lo haces, seguramente sabrás que lo que estoy a punto de decirte no es tan descabellado. Ya preparé mis explosivos, mañana voy a volar un camión de limpiadores y mi compa un convoy de alimentos que va para Monterrey. Otros más se preparan para volar las oficinas del PMU y los puestos aztlanistas. Claro que eso no se compara con la enorme labor que alguien más se va a echar coordinando los atentados con gas en las cárceles superpobladas y las casas de los narcos. Es probable que no sobrevivamos. Todo mundo nos abandonó. No nos queda nada más que un último acto útil a la humanidad, con una buena sacudida y una escandalosa llamada de atención. Ya nada, ni águilas ni serpientes. Me repitieron hasta la náusea que yo era mexicano; ya ni sé qué es eso, por eso mañana voy a volar en mil pedazos y me llevaré a esos gandallas conmigo. Creo que ya nadie se considera mexicano, supongo que sin mí se habrán acabado, ¿no?

Perdona mi letra, es que bueno, hace ya varios años que nadie enseña a escribir a mano en las escuelas y yo fui de las generaciones que nos llaman “sin lápices”; debo agradecer que aún no hallan desaparecido el papel y las plumas de tinta, aunque la verdad, según me cuenta mi abuelo, nunca se han dejado de vender. Nomás que ahora son objetos quesque para nostálgicos. Chale, ya me duele la mano, esto es más cansado de lo que pensé. Lo único bueno es que sé que las cartas de papel ya ni les importan, menos se les va a ocurrir interceptarlas. Me reconforta saber que al menos estas palabras sólo serán tuyas y mías.

Tuyo siempre, Juan.


Disfrútenlo con leche.

H.

domingo, 28 de febrero de 2010

Inventando el futuro: 2033 y el concurso que no gané

Esta entrada estará más extendida en su argumento explicativo principal (es decir, mis apreciaciones sobre la película 2033, mis impresiones sobre la premiación del concurso de narrativa organizado por las mismas personas que hicieron la película, análisis distópico y demás), en el blog de 2010, a su debido momento. Lo que yo aquí les voy a compartir es la primera idea que me brotó cuando leí la convocatoria de dicho concurso, la cual fue traducida en un texto que oscila entre un borrador, un ensayo, un relato y un cuento. En realidad no hice más que preparar el terreno para los cuentos que escribiría después para enviarlos y que al final no serían elegidos, como éste que les presento ahora. También siento cómo mis dedos no resisten la tentación de revelar que el argumento aquí expuesto forma parte de algo má.... Ehh, ya he escrito demasiado.


Por cierto, las reglas del concurso eran relatar un día en el año 2033 en tres cuartillas o menos.



Bueno, ps avisados están: esto no es lo mejor que escribí para el concurso, de hecho creo que ni siquiera se acomoda bien a las reglas del concurso, pero lo cuelgo aquí sin la manita de gato adecuada porque no podía quedar oculto sin que los lectores de este selecto espacio lo conocieran y porque en lo que a literatura se refiere, estaba yo dejando desnutrido al blog. Ya encaminado, la próxima semana les subiré el segundo cuento que escribí para el concurso, igual, sin hacerle correcciones para los conozcan tal y como iban a ser enviados y así me iré hasta mostrarles todos
.


Esta obra está protegida, sabandijas; si alguien intenta lucrar con ella sin mencionar la autoría de HÉCTOR ARCIGA DÍAZ, amanecerá en una sala de interrogatorio norcoreana o birmana el día de mañana.



Dicho lo pertinente al respecto, va:


2033

La Unión fue una verdadera tomada de pelo. Gringos, canadienses y mexicanos al mismo nivel. ¡Mis güevos, qué! Si aquí ni nos entendemos entre michoacanos y tapat… ah no, es que ahora esos son quesque “pueblos hermanos”. Esos pinches aztlanistas.

-¡El que sigue!

Acudió al llamado del burócrata un hombre de edad avanzada, que aún vestía a la vieja usanza campesina: camisa blanca, huarache (aunque ya era de plástico), sombrero de palma sintética. Juan Cuitláhuac lo miró de reojo, entre despreciándolo y compadeciéndolo. Al otro lado de la ventanilla todos parecían estar jodidos. Uno que si porque le desaparecieron a su familia. Ni modo, eran tiempos violentos, en qué habrán estado metidos. Otro, que sus ahorros se esfumaban. Por pendejos, ven que la Unión se cae y siguen ahorrando en ameros. El peso de Anáhuac es el que vale, ¡méndigos! Otro que si le clonaron su cosecha y le salió defectuosa. Ahí sí ¿qué le hacemos? Hay que experimentar, don. No sea guaje y váyase a trabajar de otra cosa porque esa tierra ya le pertenece al verdadero gobierno. Que el último envío de nopales de Sudáfrica llegó con plaga otra vez. ¡Uy, no! Hubiera visto en el 2022, toditita nuestra producción de nopal muriéndose. Fíjese nomás, no nos hemos recuperado. Mi coche ya no funciona, quiero un reembolso del gobierno. Ni madres, eso les pasa por comprar cosas chinas por medio de los gringos. A ver váyase, cruce la nueva frontera, a ver si en Nayarit le dan otro. Aquí en Anáhuac ya no.

-¿Y usted qué?

El viejo se quedó mudo.

-¿Todavía se habla de “usted” por acá? –preguntó pasmado- según me dijeron que acá en México ya todo mundo se tuteaba, pues.

-Sí, eso dicen en Palacio Nacional, pero no se nos quita, ya ve. ¿Qué quiere?

-Mi tierra, señor. Que ya no vale, me dicen. ¡Imagínese, la tierra ya no vale!

-¿Pus de dónde es?

-Tuxpan, allá en Michoacán.

-Eso ya no es Anáhuac, don, no le puedo ayudar.

-Pero…

-¿A ver, es azteca o mexicano?

-Mexicano, faltaba más.

-No, no, ahora los aztecas vienen de Aztlán, eso dicen, se están llevando a los tapatíos y michoacanos y toda esa gentuza del Bajío para su pinche país inventado. ¿Qué no vio todo el destrozo cuando venía para acá? Ya se cayó la Unión, valió pa’ pura madre, aquí nomás resolvemos cosas de mexicanos, no de aztecas. Usted es de allá. ¿Quién le manda nacer en Tuxpan?

El viejo soltó una lágrima.

-Ni se aflija, los gringos la están pasando igual o peor. Figúrese que una bomba estalló allá en Chicago, donde tengo familia. Voló media ciudad. Y andan en las mismas. Pero ps ya valió. Su tierra ya no vale seguramente porque nos vendía su cosecha. Se la van a confiscar, mire –Juan cambió su tono cínico por uno paternal- quédese acá, pásele a la ventanilla cuatro y arregle que lo hagan ciudadano de Anáhuac. Ahorita a cualquiera lo aceptan. Diga que va de parte de Juan Cuitláhuac y a lo mejor hasta lo hacen miembro del partido, le dan una casita y le arreglan que se traiga a su familia para acá.

-Pero yo me quiero quedar en Tuxpan, ¿qué no arreglaba estas cosas en la capital?

-¡Uy, no! Usted se quedó en el siglo XX. No lo culpo, ese siglo nos pesa mucho, pero aquí, mire, las cosas van a mejorar. El año que viene firman el acta de partición y ya estuvo, nuevo país, nueva vida.

Una ventana de la improvisada Oficina se rompió entonces. El estruendo asustó a la mayoría de aquellos que visitaban esa naciente autoridad para saber que sería de sus vidas y sus pertenencias, ahora que las cosas andaban tan revueltas. Esos pinches aztlanistas. Un grupo de muchachos vestidos de blanco entró corriendo, agitando sus nuevos rifles automáticos traídos de Indonesia y sus pistolas de gas comprimido.

-¡Por Aztlán! –gritó el que encabezaba el grupo- ¡Registren a esta gente, los que sean de Jalisco, Michoacán, Colima, Sinaloa o Nayarit, se los traen!

Comenzó entonces el zafarrancho. Los muchachos aztlanistas comenzaron a jalar a la gente, arrebatándoles sus documentos y revisándolos rápidamente. ¡Ora sí, jijos de la verga! Juan Cuitláhuac se había agachado detrás de su ventanilla; los intrusos no lo habían visto. Sacó de su chaqueta su dispositivo móvil y presionando un botón, envió la señal de alerta al cuartel más cercano. Se acomodó para sacar su revólver. Se lo ganaron, méndigos. Primero los gringos y ahora ustedes. No se la van a acabar.

Cuando la mayoría de los infortunados nuevos ciudadanos aztecas quedó lista para partir a su nueva patria, los funcionarios de la Oficina de Reclamaciones y Servicio Social Revolucionario de la Nueva Anáhuac, asumieron su militancia en el glorioso Partido Mexicanista Unificado y tomaron las armas con las que se les había nombrado “la biocracia del futuro”.

-Por Anáhuac daré mi sangre, por mi bella tierra y el trabajo de mis hermanos. –susurraron todos los burócratas ahora convertidos en soldados que, como Juan Cuitláhuac, se habían refugiado detrás de sus ventanillas.

Los jóvenes aztlanistas se percataron del ardid y, siguiendo al que parecía ser el líder, todos hicieron la señal de la cruz con la mano: “En nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Sinarquía, tradición, mexicanidad ¡Viva Aztlán!”.

Se soltó la balacera.

El viejo de Tuxpan se soltó de las amarras que lo convertían en azteca con una pequeña navaja que cargaba siempre. Lo siguió un grupo de desesperados. En cuanto se vieron entre ellos, lejos de ahí, se percataron de los distintos que eran y se separaron. ¿Y ahora para dónde? ¿Al Norte? Nadie quería irse a Monterrey, que tal que los fueran a correr. “Suficiente tenemos con esta puta contaminación” se decía por allá, “por eso, mejor, aquí nos manejamos solos, pinches chilangos, que se jodan” Todo había sido así desde el 2014 ¿Quién diría que la Unión Norteamericana los llevaría a esto? Especies extintas, agua potable racionada, grupos radicales; más gente vieja, menos jóvenes. Nacían menos mujeres, pero más hombres para conservar los nombres y asegurar herencias, ahora que era posible decidirlo. Pero también cada vez más gente regresaba a Dios. Y a Marx. Y las banderas se multiplicaban como hongos, los credos se fragmentaban. Ya casi nadie veía televisión, para eso estaba la Gran Red Audiovisual Portátil, que conectaba a todos los que podían pagarla o colgarse de ella. O ver las grandes pantallas de las carreteras donde los más pobres apreciaban cómo la Selección Mexicana se separaba entre aztecas y mexicanos y los grandes cineastas eran premiados por mostrarle al mundo cómo las infames limpias (mexicanas, aztlanistas o privadas) acababan con los indígenas de regiones que se convertían en países. Genocidios enanos, mayor seguridad social, música popular que ya nada más hablaba de lo bien que les iba antes. Pero todos tenían voz y derecho a decidir. El viejo de Tuxpan y Juan Cuitláhuac lo supieron aquel 19 de septiembre de 2033. Un año después, se firmaba el Acta de Partición.

Todos tenían opciones: morir siendo azteca, mexicano, norteño. O siendo alguien, algo.


H.