Algunas justificaciones primero: este texto es en realidad el primero que consideré seriamente para enviar al concurso de 2033 y la verdad es que, releyéndolo, creo que me quedó muy mamón. Tiene muchas lagunas y va más por el lado descriptivo que narrativo. Como es evidente, a este tampoco le hice correcciones, así que no esperen gran cosa. Bueno, de hecho a ninguno de los que voy a subir aquí le voy a hacer correcciones, pero para mí nunca está de más señalarlo reiteradamente. Este texto tiene un título, pero la verdad es que no me acabó de convencer y le puse, así, a secas, Ad Nauseam (ni águilas ni serpientes). Va:
Archivo Nacional sobre la Partición (ANP). Fondo Documentos particulares. Colección Cartas. Caja 7: referentes al Acta de Partición (2032-2034) Expediente 2415
Carta de Juan Cuitláhuac Mendoza dirigida a Citlali Irene Rivas del 19 de septiembre de 2033, reproducida en el número 34 (mayo de 2072) de la videorevista “Ollin”, con acuerdo al Artículo 4to, Fracción X de la Ley General de Documentos Históricos de la República de Anáhuac. [CONFIDENCIAL: Posible inspiración de manifiestos subversivos.]
Libertad, hermandad y mexicanidad.
19 de septiembre de 2033
Querida Citlali:
Contesto a tu angustiado mensaje de ayer. La cuestión de mi trabajo no es tan grave, no te preocupes.
Los disturbios de anoche han alertado a la mayoría de los cuerpos policíacos que han patrullado las calles del barrio con una meticulosidad que no había yo visto desde la crisis de la plaga del nopal, allá en el 2021. Se me hace que quitaron los nopales del escudo nacional para acabar ya de plano con el recuerdo de la planta. Claro que a la larga, todo el escudo desapareció porque nadie sabía ya bien a bien quiénes eran las águilas y quiénes las serpientes. O cuál era mejor.
Dicen que antes de la Unión Norteamericana se celebraba el 15 de septiembre; yo apenas lo recuerdo. Hoy me desperté con la noticia de que ya ni el 5 de mayo se celebraría en lo sucesivo. Camino al trabajo me llegaron los rumores de que el Distrito de Querétaro se quiere separar por la inseguridad que provoca la inmigración de gentes de acá del centro, que ya nos habían advertido que la mancha urbana los iba a alcanzar… ¡qué delicados, me cae!. Siendo que hay gente con verdaderos problemas. Junto a mí en el tren bala, por ejemplo, iba junto a un viejito que venía de Tuxpan, huyendo de los aztlanistas, esos que quieren hacer otro país allá en territorio de La Familia. ¿Te imaginas cruzar la frontera en Valle de Bravo o en Guanajuato, cuando hace unos meses teníamos libre tránsito hasta Alaska? El viejito me contaba que la tierra allá en Michoacán ya no vale nada, que los aztlanistas andan decretando mil cosas, y mandando a las mujeres a los “neoconventos” (así les dice un periodista ¿yo qué?). Que la cosa está más grave que aquí y las limpias no se acaban. Parece que el siguiente objetivo, si el Congreso Local de Querétaro queda en manos aztlanistas, son los otomíes. Mejor dile a tu abuela y primos que se pelen, porque las cosas no pintan nada bien. El Tren Bala llega hasta Iztapalapa, pero que no se dejen engañar, por allá también andan bandas haciendo limpias, mejor que se bajen por Azcapotzalco o en Vallejo. Ahí al menos pasan por refugiados de Chiapas.
Uno de mis primos, que se sentía tan ajeno a tanto desmadre, me salió hoy en el trabajo con que mañana se va para Costa Rica porque ya le dio miedo y que además allá los países se están uniendo en vez de separarse. Lo entiendo, le va bien y no quiere perder lo único valioso que le queda: a su familia no les racionan el agua, tienen los mejores páneles solares, sus coches, ya ahora sí, todos son eléctricos. Y mira que ellos todavía tienen ahorros en ameros. No sé cuánto les dure la suerte, porque ese dinero puede esfumarse en cualquier momento, y el camino al sur es peligroso por tierra. Lo que veo es que la verdad él ya no se preocupará por este trabajo.
Cuando pasé frente a una oficina improvisada del PMU [Partido Mexicanista Unificado] estuve pensando muy seriamente unirme porque dicen que aceptan a cualquiera y los más fanáticos son en realidad pocos. Ahí está el futuro, según. No andan tan errados, tanto diputado y jefe de barrio les da una fuerza que no veas y ganan un chingo con la venta de polvo. A los antiguos narcos, los meros meros capos, sin embargo, se los ganaron los aztlanistas y parece que con todo su dinero sí se van a construir su país ese; obvio, le van a llamar Aztlán. Pero ya sabes, nunca he podido decidir nada bueno en mi vida, menos unirme a un partido.
No sé si ya te ha llegado la última: ¡en el último capítulo de Frozen Citizens matan a Abraham! No inventes, está cabrón, todos en el barrio están atentos a ver si sacan otra temporada, pero tanto toque de queda nos corta la luz a la mera hora y ya no se ve la pantalla colectiva, porque déjame decirte que las televisiones particulares ya las prohibieron. A mí me late que son los del PMU, para que no veamos cosas yanquis. Pero pues la Unión ya se está derrumbando, no sé qué tanto le hacen; yo ya ni voy a volver a ver a mis compas del barrio, igual ellos también han de estar huyendo por lo de los disturbios entre mexicanistas y aztlanistas. Y además la policía gringa. Seguro que todos ellos si verán si hay nueva temporada, a diferencia de mí.
A lo mejor el panorama que te pinto no suena así como para que yo esté tan tranquilo esperando la nueva temporada de una serie gringa, siendo que mañana nos pueden dejar sin agua permanentemente o los limpiadores nos confundan con indios y nos maten. Mira, yo ya hace un buen rato me acostumbré a no preocuparme por esas cosas, por mi trabajo. Me pasaron varios libros cuando entré, de esos que llaman distopías, muy comunes el siglo pasado, en los que los escritores más paranoicos les daba por sacar sus fobias. Había uno donde la gente se quedaba estéril, otro donde se quemaban libros y otro donde la población crecía tanto que ya se hacía comida hecha con gente. Tanta lectura de esas me hace ver que, de todas formas uno puede esperar lo peor, aunque no sé qué manías tenían con lo artificial, si lo que nos está pasando, que ellos imaginaron tan trágico, es tan natural, ¿no? Mi trabajo tiene que ver con estudiar esos libros, con entenderlos y evitar sus presagios. De hecho, mi compañero más cercano me dijo hoy que ya nos tocaba hacer nuestra parte. Que todos están listos ya.
Bueno, debo terminar con algo que quería decirte. Primero, no te apures, fui catalogado como estéril hace años y estoy sano; no tendrás un hijo mío ni tienes ninguna enfermedad. Segundo, acabo de encontrar un documento que cambió mi vida. No es una Biblia, si es lo que estás pensando, ahora que ya tanta gente se ha vuelto protestante. No te puedo decir mucho, sólo que tiene que ver con mi trabajo; deberías leerlo tú misma. Si lo haces, seguramente sabrás que lo que estoy a punto de decirte no es tan descabellado. Ya preparé mis explosivos, mañana voy a volar un camión de limpiadores y mi compa un convoy de alimentos que va para Monterrey. Otros más se preparan para volar las oficinas del PMU y los puestos aztlanistas. Claro que eso no se compara con la enorme labor que alguien más se va a echar coordinando los atentados con gas en las cárceles superpobladas y las casas de los narcos. Es probable que no sobrevivamos. Todo mundo nos abandonó. No nos queda nada más que un último acto útil a la humanidad, con una buena sacudida y una escandalosa llamada de atención. Ya nada, ni águilas ni serpientes. Me repitieron hasta la náusea que yo era mexicano; ya ni sé qué es eso, por eso mañana voy a volar en mil pedazos y me llevaré a esos gandallas conmigo. Creo que ya nadie se considera mexicano, supongo que sin mí se habrán acabado, ¿no?
Perdona mi letra, es que bueno, hace ya varios años que nadie enseña a escribir a mano en las escuelas y yo fui de las generaciones que nos llaman “sin lápices”; debo agradecer que aún no hallan desaparecido el papel y las plumas de tinta, aunque la verdad, según me cuenta mi abuelo, nunca se han dejado de vender. Nomás que ahora son objetos quesque para nostálgicos. Chale, ya me duele la mano, esto es más cansado de lo que pensé. Lo único bueno es que sé que las cartas de papel ya ni les importan, menos se les va a ocurrir interceptarlas. Me reconforta saber que al menos estas palabras sólo serán tuyas y mías.
Tuyo siempre, Juan.
H.
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