lunes, 18 de marzo de 2013

Animalía y Zoopoética VI: El Amazón

Cuando ustedes piensan en un amazón piensan en esto o en esto, ¿no es así?

Los rincones de mi mente crearon hace dos noches una imagen propia de lo que es un amazón. Crearon un animal. O descubrieron un animal. No sé cuál sería la expresión adecuada.

El mencionado ente apareció ante mí en un sueño, como es común que aparezcan estas criaturas. Tuve la sensación de presenciar un descubrimiento científico, aunque el aspecto del animal era de lo más común y estaba "consciente", dentro del sueño, de que lo que estaba viendo se perdería irremediablemente para la zoología o para los bestiarios si no daba cuenta de que lo había visto. Es posible que este simulacro de razonamiento dentro del sueño fuese también un paso hacia la lucidez onírica, meta que he perseguido infructuosamente desde hace años; pero ese es tema para otro ocasión.

En el sueño, me hallaba mirando con atención hacia la barda de una versión extraña de la casa de mi abuela materna (en la que viví los primeros diez años de mi vida), tras la cual se asomaban dos chicas con el cabello teñido de tonos que iban del azul al rosado, tatuajes en los brazos y acompañadas de un tipo moreno que lucía un mohawk incompleto. Los tres sostenían una rama larga y gruesa, sobre la cual estaba posado el espantajo en cuestión.

No alcanzo a recordar quién me dijo que era un amazón, pero ése es el nombre que la memoria guardó para mí. Su aspecto era bastante ordinario en realidad: un ave del  tamaño de una paloma, con la forma de un gorrión supercrecido, cabeza grande y redonda, de plumaje azul eléctrico, líneas negras que recorrían el contorno de sus sus ojos diminutos, como cejas. Pero sí uno se acercaba a contemplar al animal de cerca, se encontraba con que su pico era curvo, como el de un halcón y sus patas... mejor dicho sus formidables garras, notablemente afiladas, curvas, puntiagudas, casi como de deinonico.

¿Ya se hicieron una imagen en la cabeza?

El resto del sueño es irrelevante. O al menos eso me dice la memoria, que no conserva ya registro de lo que ocurre después de que apareciera el animal.

Eso fue un amazón para mi inconsciente: un ave de garras letales con aspecto inofensivo. Es raro, y su rareza me inclina hacia tentaciones de superstición. 

¿Yo creyendo en presagios? ¿Por qué no?

¿Por qué no, si yo mismo me invento ahora el significado del presagio de soñar con el pájaro amazón?

Lo haré canónico ahora mismo: soñar con un amazón es presagio de un próximo descubrimiento importante para la mente del soñador, pero el pájaro sólo anunciará dicho evento si el soñador se ha enterado recientemente de la muerte de un viejo conocido, con quien no ha tenido contacto desde hace mucho tiempo.

(No pregunten, en mi caso, quién es difunto en cuestión. Créanme, les es irrelevante)

Si alguien quisiera ser un buen apóstol del mensaje del Amazón Azul, por favor, siembre esto en la mente de otros. Que el pájaro comience a volar en los sueños de otros. Digan que lo soñaron antes de leer esto. Que lo soñaron después de enterarse de la muerte de alguien. Que yo mismo digo que así me sucedió y que si digo que inventé el presagio, que estoy mintiendo. Que esto salió de las notas de un psicólogo. Que el psicólogo compartió notas un día con un colega. Que el pájaro apareció de repente en las notas al pie de una impactante ponencia en importante congreso de siquiatría. Que frailes, místicos, filósofos, médiums, dibujos de pacientes mentales y niños, documentación de la Santa Inquisición, poemas chinos y viejos proverbios tienen la marca de su garras curvas y azulado color de su plumaje.

Que vuele el Amazón, que vuele.

Estoy mintiendo.

H.