miércoles, 18 de julio de 2012

En la opinión de...

La Momia de Lenin


En efecto: una de las pocas personalidades de internet que respeto está de vuelta. Si quieren saber de qué hablo, dénle click aquí.


H

domingo, 15 de julio de 2012

Sirileyaháni, pt. III (Fantasía Épica al estilo H)


Siento como que no puedo llamar este fragmento propiamente la tercera parte, pero creo que ya los dejé suficiente tiempor preguntándose cómo continuaría esta emocionante pieza literaria.



A la sombra de un gigantesco árbol que crecía en medio de la plaza de la Cámara de Altos Shofradíes, descansaban varios miembros de la guardia de aprendices y muchos de sus compañeros que tenían curiosidad por saber qué sucedería en la sesión. Sin embargo, muchos de ellos no contaban con que los días de sesión en Naad-Bolg eran un acontecimiento del que gran parte de la ciudad tomaba parte, y para estar presente, hacía falta llegar muy temprano, antes de que la cantidad de gente no permitiera siquiera permanecer de pie en la puerta del gran salón. Mientras una intensa sesión se desarrollaba en el interior del gran salón de la Cámara, en la plaza, dormitaban aburridos los aprendices junto a otros desilusionados ciudadanos que no habían podido entrar. De vez en vez, alguien, un niño descalzo o un icor por lo general, llegaba con noticias dispersas sobre lo que acontecía en el interior del salón, para echar a correr de regreso y enterarse de más; sólo así se explicaba que quienes se encontraran en la plaza soportaran el intenso calor del medio día esperando saber el resultado de la sesión.
            -¿La viste?
            -Sí, llegó en la segunda caravana. Quiso entrar con el grupo de Bari, pero no se lo permitieron. Quizás los hechiceros saben quién es…
            -Lihug, no seas ridículo
            Soidag escupió fastidiado por el calor.
            -¿Por qué no? Ellos vienen de Lokia, allá sí deben tener una idea más clara sobre la Sirileyaháni. Hay tantas versiones de la historia…
            -“…que resulta imposible descartar alguna posibilidad”, sí ya lo sé, me lo has repetido cientos de veces.
            -¿Ves? Tú mismo lo aceptas.
            -No, lo que yo acepto es que tienes un retrato en tu celda con el que estás obsesionado y ahora entiendo por qué: esa chica tiene el extraño tipo de belleza que te atrae y sus rasgos son muy similares a los de ese lienzo. ¡Demonios, Lihug! ¡Podría ser el retrato de su madre, y por alguna razón cayó en tus manos! ¿Por qué no en vez de complicar todo con tus fantasías, le muestras el retrato y sacias tus dudas?
            -Eso es absurdo. Te he explicado los detalles. No quieras convencerme de nuevo con tu idea de las coincidencias.
            -Es lo más creíble. Tú y yo sabemos que las familias que envían a sus hijos al Santuario han sido las mismas durante siglos. Tal vez alguna se incorpora a veces, pero, vamos, te consta que tienes parientes en el santuario de los que nunca habías oído hablar. Somos una gran familia que pretende no serlo. Si los nombres están ahí y pasan de unos a otros, ¿por qué no las pertenencias?...después de todo, ¿qué haces tú aquí hoy? A la chica…
            -Nirel
            -Sí, a Nirel… a ella la puedes ver en el Santuario, ¿por qué venir hasta la ciudad?
            -No vengo a verla a ella –contestó Lihug desviando su mirada hacia el edificio. Volteó hacia Soidag sonriendo- Es sólo una coincidencia.
            Soidag se había pasado toda la conversación trazando espirales con una vara en la árida tierra de la plaza. Cuando terminó de hablar, la aventó lejos. Lihug siguió con la vista el objeto lanzado.
            -Sé que me voy a arrepentir de preguntar una vez más, pero ¿de dónde sacaste ese lienzo?
            Lihug siguiendo con los ojos la trayectoria de la vara, ahora los tenía fijos en una de las salidas laterales del salón de la Cámara.
            -¡Mira! –dijo señalando en esa dirección.
            Un grupo de soldados traían sujeto a un hombre cuya vestimenta le identificaba como representante de los Altos Shofradíes, que se retorcía furioso mientras le sujetaban y lanzaba maldiciones. Los soldados le golpearon en el estómago y le dejaron tirado, junto a un pozo cercano. Quienes se encontraban cerca tomaron el incidente como uno de tantos que ocurrían durante las sesiones y dejaron al hombre tendido en el piso, confiados en que se levantaría.
            -¡Tenemos que ayudarlo, Soidag! ¡Ven!
            -No, no me levantaré de aquí. Además, debo estar con los demás, en caso de que sea necesario actuar.
            -¡Ahora es necesario actuar! ¿Un representante golpeado por la Guardia? ¡Vamos, es indignante!
            Soidag se levantó con pereza: -No sales mucho, ¿cierto?
            Lihug se alejaba corriendo, llamándolo.
            Llegaron junto del hombre, que apenas se reponía del golpe en el abdomen. Lihug se agachó para hablarle.
            -¿Se encuentra bien?
            -Si, muchacho, no te preocupes. Me han dado palizas peores.
            Volteó a ver a Lihug y lo reconoció.
            -¿Eres tú?
            -Sí, señor Dasruïg.
            -Entonces la nota que recibí era cierta, ¡la encontraste! Cuéntame, ¿cómo es? ¿Joven? ¿Vieja? ¿Es una aprendiz, como tú?
            -Sí, señor Dasruïg. Y se encuentra aquí, ahora mismo.
            Soidag se rascaba la cabeza, preso de la duda.
            -¿Quién es este hombre, Lihug? ¿Por qué lo conoces? ¿Piensas entrar a la Cámara?
            El hombre y Lihug se echaron a reír.
            -Soidag, quiero que conozcas al representante de los Altos…
            -Bajos, Lihug, recuérdalo.
            -De acuerdo: representante de los Bajos Shofradíes en la Cámara de Naad-Bolg, Numef Dasruïg. ¿Querías saber dónde conseguí el lienzo? Él me lo dio.
            -¿Bajos Shofradíes? ¿Qué demonios es eso? –preguntó Soidag
            -Soy mestizo, muchacho –respondió el hombre levantándose- mi madre y abuelos eran ceicluts, de las tribus que tu gente ha estado matando desde hace dos generaciones en el desierto.
            Soidag no supo qué pensar. Los mestizos eran lo más bajo, y los peores eran los que resultan de la mezcla de seres humanos con ceicluts, morks, o cualquier otra raza del desierto. Se preguntó cómo un individuo así había logrado ser parte de la Cámara.
            -Las cosas son distintas en la ciudad, muchacho.
            -¿Qué?
            -Preguntaste que cómo era posible que alguien como yo fuera parte de la Cámara.
            -Yo no recuerdo haber…
            - Una mente abierta es como un libro.
            Soidag volteó a ver con incredulidad a Lihug.
            -Los ceicluts pueden leer las mentes cercanas a ellos –contestó éste- O como ellos lo llaman: las escuchan “cantar”. En realidad no pueden saber todo lo que piensas, sólo aquello que merece salir, como las preguntas, los rezos…
            -Sí, sí… ¿y los mestizos heredan esa brujería?
            -Los seres humanos son como envases vacíos. –contestó divertido Dasruïg- Todo lo que llega a ellos se adapta. Un hijo mestizo de un ser humano con otra raza puede heredar cualquier habilidad. Y en Naad-Bolg cada vez somos más.
            Soidag hizo un gesto de preocupación.
            -Hemos logrado que la Cámara nos permita ser representados, aunque claro que seguimos viviendo a las orillas de la ciudad; orillas mucho más extensas que la ciudad misma…
            -Sí, ahora lo recuerdo –dijo Soidag- Pero eso aún se discute, nadie ha permitido que un mestizo entre a las cámaras, ni mucho menos representar a alguien. No creo que los dejen entrar. Sería indigno para la República.
            Dasruïg rio estruendosamente y puso una mano sobre el hombre Soidag.
            -Muchacho, muchacho… los jóvenes como tú deberían aprender a apreciar los cambios.
            -¡Quítame las manos de encima! –chilló Soidag- Lihug, tengo que regresar con el resto.
            Se alejó. Dasruïg lo siguió con la mirada, fascinado.
            -Tu amigo se comporta como un viejo. Acerté, ¿cierto? No es de Naad-Bolg.
            -Su familia es de un pueblo cercano, pero lo encontraron vagando en las calles cuando tenía edad para entrar al Santuario.
            -¿Él te ayudó a encontrarla?
            -Eh, no. Fue coincidencia. Los morks entraron a mi celda mientras estábamos en la fiesta de recibimiento del enano… De hecho, antes de que sucediera todo, yo la vi. Estaba entre los aprendices que se burlaron de mí. Y después la vi de nuevo, bebiendo y haciendo escándalo. Soidag está de acuerdo: es el mismo rostro.
            -Oh, sí, el enano. Dime Lihug, ¿qué opinas acerca de que un enano se instruya como un ser humano?
            -¿De qué vale mi opinión?
            -Eres parte del Santuario. Sólo los hijos de los hombres están ahí. El resto de las razas no ponen un pie en ese lugar a menos que vayan como sirvientes o visitantes. Siempre ha sido así. Nos han dado un espacio en la ciudad, en las Cámaras, pero nunca lo harían en el Santuario. ¿No te parece extraño?
            -Que un enano o una gallina estén en el Santuario es igual. Hace años que ese lugar no es lo que solía ser –contestó amargamente Lihug- Si el lugar ha cambiado, ¿por qué no las reglas?
            -No pareces muy convencido de lo que dices…
            Lihug bajó la mirada.
            -¿Quiere que sea honesto? Todo está mal. El poder, las gentes, las costumbres, las ideas, las técnicas. Todo va mal, todo en decadencia, al borde del colpaso. Así lo veo. Algo o alguien debería terminar con toda la decadencia de una sola vez. Purificar Shofrad.
            -Por eso buscas a la Sirileyaháni…
            -¿Hago mal?
            -No, para nada. Eres uno de los nuestros –dijo Dasruïg mientras se volteaba hacia la puerta principal del recinto, del cual ya salían el joven Bari y los aprendices- Uno de los nuestros…-puso su mano en la frente para hacerse sombra sobre el rostro- Veo una chica…
            -Es Zemnael. Se adueñó de las decisiones del grupo de aprendices en esta visita. La detesto…
            -No, Lihug, si la detestas no puede ser ella. Tengo mi vista puesta en…
            Dasruïg dio de repente dos pasos hacia atrás, con brusquedad, su respiración se hizo difícil y se dobló, mirando al piso, con sus manos sobre sus rodillas.
            -Es ella –susurró.
            Lihug se agachó para atenderlo, pero Dasruïg le indicaba con la mano que estaría bien. Volteó y lo miró directamente a los ojos.
            -Lihug, debes acercarte a ella. Conocerla y averiguar qué sabe sobre sí misma. Y cuando tenga tu confianza, tráela con nosotros. El pueblo la reconocerá, estoy seguro. Muéstrale el lienzo cuando sea el momento.
            Se incorporó.
            -Debo irme. Recuerda que cualquier cosa que suceda, puedes enviarme una nota.
            Lihug lo vio alejarse, mientras susurraba: “Es ella”.

H.

La chica Delirio pregunta...

¿Cuál es la palabra para la actitud que asumes cuando supones hechos de los cuales no puedes tener certeza y sin embargo no te atreves a aclarar tu duda con alguien que posiblemente pueda despejarla?

Algo chafa esta vez. Entiendan, es por tanta lluvia.


H.

miércoles, 4 de julio de 2012

En la opinión de...

La Momia de Lenin


La cosa ya se puso color reptil. Vayámonos preparando.


H.