lunes, 15 de marzo de 2010

Vichentenario al chile (Pt. I): De ficciones y otros cuentos chinos

Los festejos del Bicentenario tienen aristas y aspectos que la mayoría del público dejaría de lado si no fuera porque muchos mexicanos, como buenos ciudadanos que son, poseen una televisión en casa. También habrá que agradecerle al creciente uso de internet para conocer los proyectos "culturales" del gobierno (claro, ello se reduce muchas veces a la consulta de horarios y locaciones, sin olvidar que internet sigue siendo un servicio poco democrático en cuanto a la capacidad de gran parte de la población para acceder a él), la propaganda en el metro, paraderos de autobus, boletos, anuncios espectaculares y demás cosas. Conviene que les diga que lo que yo aquí menciono como público está definido como la población, urbana generalmente, que tiene un interés genuino por la celebración cívico-chairo-neoliberal-cool que nuestro amado gobierno ha echado andar, ya sea para criticarla, adorarla y pasar el rato en lo que le toca jugar a la Selección en Sudáfrica.

Claro, no todo lo organiza el gobierno. Hay empresas privadas que han financiado proyectos de alguno que otro loco para presentar su visión particular de lo que significa celebrar "200 años de libertad". Ya en su momento nos ocuparemos de los anuncios donde nos dicen que lo mismo somos gente del SME que un plato de mole, gente comiendo en el panteón o niños que corren en la playa. Este tipo de imágenes explotan un imaginario que todavía, después de varias décadas, no termina de cuajar de manera satisfactoria, y agradecemos a Azatoth que así sea,

Es relativamente conocida la teoría que dice que la población mexicana se educa más fácilmente en los valores cívicos y la identidad nacional por medio de imágenes que por vía de la letra impresa, y digamos que esta teoría tiene gran parte de su sustento en la dinámica histórica del cine. Si tomamos en cuenta que en la segunda mitad de esta década que está muriendo han aparecido determinados proyectos cinematográficos que van por derroteros un tanto inusuales para la industria nacional (animación y un tanto blandengue acercamiento a la ciencia ficción), notamos que, en tiempos de saberes fragmentados -como dirían los posmodernos y demás banda rara- la ideología encuentra buenos fermentos para expresarse. No está por demás decir la llegada de la democracia, la libertad, la buena onda de la diversidad y otros mitos de finales del siglo XX han venido desmintiéndose paulatinamente y tanto los nostálgicos escandalizados de la vieja izquierda como los liberales de pacotilla del 2000 vienen discutiendo el tema desde hace veinte años sin cambiar de página. Lo cual no significo que ello sea malo, simplemente un poco aburrido.

Porque lo que rifa, después de todo, viene siendo la reconciliación, la celebración de lo diferente en planos completamente absurdos. Así nos llegan las películas mexicanas animadas que hacen un buen esfuerzo técnico pero algo pobre en el ámbito de las historias que cuentan. La "versión oficial" de la Historia Nacional (demonio de nuestros tiempos) se maquilla en una de esas producciones y nos presentan a los conocidos héroes de monografía, a lo mucho, como protagonistas de juego de rol. ¿No me creen? Ps véanlo:


Morelos y un personaje corpulento back-to-back rodeados de realistas, al mas puro estilo Army of Two; Josefa Ortiz de Domínguez en una escena con actitud digna de Smallville; un güero inindentificable con una chica de origen étnico incierto en una escena de amor como sacada de Disney; un tipo, suponemos insurgente, sediento de venganza por su pueblo en medio de una lluvia con relámpagos, donde su sola actitud podría contarnos esta historia cliché; y claro, el bonus track: el Niño Artillero rifándose como los grandes en una salida digna de trailer de película de James Cameron.

Digamos que cuando Disney dejó de contar historias de princesas y sacó cosas como Hércules y le apareció la competencia en producciones como El camino a El Dorado, bien podría haber apadrinado esto. La cuestión es que el público se hace muy exigente y mamón y un producto como este no parece tener los ingredientes de lo que los espectadores de Harrys Potters y Avatars apreciarían y por ende pagarían por ver y recomendarían a sus conocidos. Y aún más, lo comentarían en serio. Causa mucha gracia ver cuando el gobierno se pone la camisa de cool y traduce su anquilosado discurso legitimador en propaganda audiovisual de este tipo, e inquietud aquello de que, por ser de tinte conservador (whatever that means) reivindique la gesta de hace 200 años y no la de hace 100 en primer lugar. Sí, sí, el video dice "II", osea "segundo episodio, goeii, no critiques antes de saber si va a haber algo de la Revolución".

Bueno, mis queridos camarradas, lo que sucede es que, en opinión de este infame bloguero, el monopolio simbólico de la Revolucia está en manos de un ente mutante llamado PUEBLO, y los que hablan en su nombre hacen sus propias lecturas de la historia... que en muchas ocasiones vienen siendo refritos y variadas formas de entender la conocida versión que dice que, no importa si naciste en el 84 o en el 76 o en el 92, los españoles TE conquistaron, mataron a TU general Zapata, a TU general Villa, los gringos TE quitaron la mitad de TU territorio, etc, etc. Créanme, esta es la versión vulgar, pero cuando sacamos el común denominador de las "otras historias", las "historias de los de abajo" nos hallamos con cosas muy interesantes que hablan más de los que las escupen y pregonan que de lo tratan. De esas visiones vale la pena rescatar otras valiosas perspectivas, pero eso ya es masa de otro tamal.

En medio de las historias de un pueblo heroico reprimido, donde la sencillez, la individualidad qu expresa el sentir de toda una comunidad (sí, aunque suene contradictorio) e incluso la pobreza son celebradas como expresiones de resistencia, aparecen lecturas ficticias que si bien hacen eco de arquetipos como el del bandolero social*, no aspiran más que a contar una buena historia de aventuras. Así llego, después de darle muchas, muchas vueltas, a esto:



Yo diría: "Qué buen material steampunk tenemos aquí" o en su defecto "qué buen inicio de tendencia steampunk tenemos aquí". Debo confesar que todo lo que tiene que ver con la posibilidad de contar una historia steampunk (ucronía especialmente) ambientada en México me ha entusiasmado mucho últimamente y me veo muy gratamente sorprendido por Espíritus de Furia. Los creadores han declarado que, además de que los comités responsables no han dado su visto bueno para que esta película sea parte de los festejos del Bicentenario, se sospecha de una película que sí recibió tal honor. Chequen la polémica aquí. Así, una obra de aparente sencillez rompe con las tendencias generales sin pretender hacerlo, rompe con un discurso centenario con la intención de entregar una buena ficción al público mexicano. No la adulo más porque ni idea tengo de la consistencia narrativa del guión y estoy hablando más por una idea que me fascina que por lo que ellos están ofreciendo. Y en este caso, no me importarían los subtextos ideológicos involuntarios ni nada parecido.

Creo que no se lo merece, a diferencia de otros. De todas formas, mejor entérense de este filme aquí.

Chale, creo que de hecho pueden voltearme el argumento ¿verdad? ¡Qué meyo! Y entre héroes verdaderos y espíritus de furia (¡ah, qué poético o mamón suena eso!) el Bicentenario nos llega de golpe y porrazo en películas de animación. Las inútiles pero entretenidas polémicas de internet se antojan interesantes en los meses por venir.

*Por cierto, creo que me expresé de forma equivocada: el bandolero social es una figura de análisis histórico desarrollada por el historiador británico Eric Hobsbawm; desconozco las versiones posteriores de otros historiadores y sólo ubico textos que citan la idea de Hobsbawm sin extenderla. La cuestión es que no estoy proponiendo seriamente tratar el bandolero social como un arquetipo, sino más bien ligarlo con esos personajes tan gustados de la literatura, el cine, las series y los comics de aventuras que encarnan héroes solitarios de pasado tortuoso que terminan identificándose con luchas populares, osea "causas nobles". El tema daría para mucho, pero me da hueva ahorita. Ustedes vayan y gánense una galleta de avena desarrollándolo. Para sacar esas buenas ideas de entre cosas banales están Google y Wikipedia.

ONE LOVE, RASTAS


H.

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