lunes, 8 de marzo de 2010

Post Jocoserio pt. IV

A riesgo de que el furioso Anónimo que desapareció de este blog hace ya casi un año regrese para ponerse el ridículo de nuevo, pretendiendo que hacerme quedar a mí en ridículo (cosa por demás absurda: yo ya me ocupo de eso desde que Éter Verde comenzó) e intentando eso criticando el hecho de que yo mencione donde laboro actualmente, como sucedió la vez que les conté sobre mi trabajo en el Archivo Histórico del DF, daré el contexto de la siguiente frase que fue hallada en la puerta de un baño, que al fin y al cabo es la finalidad de los posts jocoserios.

Resulta, jóvenes, que la UNAM requiere que yo haga servicio social. Osea que me puse a buscar dónde hacerlo y tras una serie de azarosos eventos, el Banco de México me aceptó en sus filas un rato. Pero lo que aquí importa es que por primera vez en la historia de la galaxia, los mortales (contribuyentes no cumplidos) como ustedes conocerán un aspecto hasta ahora no revelado de la vida en el interior del edificio que hace esquina en 5 de Mayo y el Eje Central en el siempre alegre y cochambroso centro histérico de la capital mexica (si no se ubican, busquen esas calles en Google Maps, esforzados compañeros de otras latitudes) y los posts jocoserios saldrán de los baños de la UNAM.

Dado que todos en algún momento de nuestra vida nos ha tocado cavilar sobre las posibilidades de la aplicación de la teoría del caos en la antropología urbana y nos preguntamos hasta dónde llegarían nuestras uñas si las dejamos crecer indefinidamente, sentados en un retrete, no habrá necesidad de describirles, queridos compañeros, el estado contemplativo en que yo me encontraba cuando descubrí que el personal de limpieza del Banco de México no puede hacer nada con los mensajes en las puertas de los gabinetes del baño cuando están no escritos, sino grabados.

Antes de transcribirles el interesante texto que me hallé ahí, conviene aclarar que cualquier intento por quitarlo de la puerta donde se encuentra parece no haber tenido éxito y que también se ha dejado ahí durante un largo período, por lo que su antiguedad es incierta. Por otra parte, el contenido y forma del discurso -por mencionar dos aspectos reconocibles por el público no especializado- dista de alguna manera de los que aquí hemos presentando en los anteriores posts jocoserios: en primer lugar, ambos contextos pueden ser un buen factor explicativo, mientras que la originalidad es algo que no me atrevo a evaluar, pues no em considero asiduo de los ambientes donde podría surgir una expresión así. Bueno, posiblemente sí sea asiduo a esos ambientes, pero ni tinta me he dado de algún enunciado parecido.


Transcribo:


"Aquí no es cantina, pero salen pedos"



El público lector puede avisar a este bloguero, que ahora mismo se confiesa ignorante de esa frase hasta este momento de su vida, si dicho texto es una expresión de uso común.


Y como es probable que muchos de ustedes crean que algo está mal conmigo, clávense más en mi supuesta decandencia admirando a mi nada útil afición a contemplar las imágenes de estos vulgarmente llamados "amores platónicos":
Mia Matsumiya, de Kayo Dot
Ximena Sariñana, conocida (y odiada y/o despreciada) por todos (o algunos de) ustedes

Y ya. Si alguien propone votación entre ellas, mejor fíjese bien, porque de entrada aquí no hacemos eso (políticas de la compañía) y además YA TENEMOS UNA ENCUESTA en curso.


Ah! por cierto, Delirio no quiso mandar su duda el sábado pasado. Les repondremos el próximo, ya verán.


Cambio y fuera

H.



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