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lunes, 1 de agosto de 2011

Conceptos que se pudren

Entre los distintos proyectos que este blog ha visto naufragar, está el malogrado Taller de Creación Literaria y Autopublicación que su servilleta iba a impartir como parte del proyecto Doctor Talleres, hoy DRT, que a su vez también tuvo que levar anclas, pues son tiempos difíciles, ustedes saben.

La cuestión es que el espacio que servía de sede a Dr Talleres, una fábrica abandonada y acondicionada en la colonia Doctores, ya no está diponible para dicho proyecto. No sé exactamente qué sucedió, pero es una verdadera lástima pues aunque DRT sigue existiendo, tengo entendido que no tiene sede fija aún, y es que, como idea de centro cultural, promete. Al menos tuve tiempo para dejar algunos ejemplares de Rompeosamenta en la salita de espera del lugar.

En fin.

Para financiarse, Dr Talleres organizaba fiestas que incluían pasarela, presentación de grupos musicales en vivo, exhibición de obra plástica y de performance. Y fue precisamente gracias a uno de esos performances que obtuve tres frasquitos de los que quiero hablarles.

Dicho performance, por lo que alcanzo a recordar, consistía en que la c
hica que lo ejecutaba, sentada sobre una mesa cubierta de plástico de burbujitas (esas adictivas burbujitas) que se ubicaba en un módulo con ventanas, se echaba agua en el cuerpo y lo que escurría de su piel lo guardaba en frasquitos con gotero, que contenían un trozo de papel con una palabra escrita, un concepto. Lo explicaría mejor si tuviera el folleto que repartieron, pero creo que lo extravié. Una vez que terminó de llenar todos los frascos que llevaba, se abrió la puerta del módulo y todos los asistentes podían pasar a tomar los frasquitos que quisieran.

Entré y salí varias veces del módulo cambiando frascos cada que lo hacía a lo largo de la fiesta. Al final, elegí llevarme tres:
Venganza, Desprecio y Conflicto. Todos tenían la misma apariencia y casi la misma cantidad de agua.

Los tengo aún en mi casa y no los he abierto desde hace meses. Éste es el resultado:
Venganza muestra una especie de sedimento color ocre al fondo del frasco. La tira de papel está extendida y yace sobre el sedimento. El agua está casi al mismo nivel desde aquel día. Como podrán notar, no se ve turbia.

Desprecio tiene menos agua que los otros dos frascos: como ven, el tubo del gotero no alcanza a tocarla. La tira de papel está doblada con la palabra hacia afuera y varias basuritas, quizá restos de la celulosa del papel, flotan cerca del fondo, sin haber formado sedimento. Hay agua condensada en la parte superior del frasco y una manchita verde en el tubo del gotero, casi pegado a la parte de arriba. Debe ser de hongos.

Conflicto
luce la misma cantidad de agua que Venganza, y a primera vista, parecería que también tiene sedimento, pero de un color ligeramente gris. El agua luce un tenue tono verdoso y se alcanzan a distinguir dos manchitas verdes oscuras; quizá hongos. La tira de papel yace en el fondo, con la cara de la palabra hacia arriba.

Suena un tanto mamón, pero he preferido no hacer interpretaciones filosófico-poéticas al respecto, con todo y que la situación por la que he atravesado los últimos meses lo propiciaría. De cualquier forma, me pareció una interesante metáfora, así que ¿por qué no recibir propuestas al respecto? Chance y hasta llevo mis frasquitos al MUAC, capaz que me pagan por ellos.


Ahí espero su respuesta.


Cambio y fuera

H.

domingo, 6 de diciembre de 2009

La reglas del olvido

Huele a pino. Ya se dejan sentir los olores propios del mes en el que el año comienza a morir y pretende refugiarse en la memoria. En esta ciudad, esos olores con frecuencia tienen que ver con agua de frutas cocida, con heno recién traído de quién-sabe-dónde y con algunos fusibles inservibles. También suele percibirse el olor a aceite con harina o el plástico recién desempaquetado de los juguetes. Pero en especial huele a pino.

Como cuando un primo mayor nos contaba cómo era que intentaba infructuosamente quemar un trol con larga cabellera de color lila o el vecino nos presumía que a él seguramente si le regalarían el Taller de Carpintería que se veía en la televisión. Oh sí. Ese olor trae recuerdos tan varipintos como ver a las personas durmiendo en la mesa con tres botellas vacías frente así, mientras se prepara el recalentado.

¿Qué recuerdo como esos conservas tú? Apuesto muchos más que yo. No preguntes cómo llegué a esa conclusión.

Aunque el principio de este mes también trae a la memoria aquellos días de zozobra frente a la computadora, esperando que alguien que no era especial unos meses atrás hiciera su oportuna aparición para hablar de las nimiedades que ocultan mil frases de deseo. y demostrara por enésima vez por qué tienen un lugar especial en la mente. O deberíamos decir "tenía": el participio es importante cuando uno se acostumbra a olvidar bajo consigna. La angustia de ciertas situaciones hace que uno se apresure a acudir con el pecho abierto a las desconocidas reacciones del nuevo inquilin@ delas aspiraciones resucitadas.

Tras dos vueltas de la Tierra al Sol, dos conciencias toman en sus manos un taza de café. Una contiene una buena bebida, preparada de manera que nadie pudiera negar que aquel o aquella que la preparó sabe de lo que habla cuando habla de bebidas calientes. En cambio, la otra está hecha con agua caliente de la llave y con las mejores intenciones. Las conciencias han tenido una historia, la parieron juntas, pero se niegan a hablar de ella. A cambio de eso, prefierenn seguir hablando de esas nimiedades que ocultan.... ocultaban. Ambas aspiran fuerte el vapor de sus tazas. No, no es el aroma esperado.

Yo soy una de esas conciencias. De eso estoy seguro, porque hace unas noches, mi mente se topó con más aromas de los que le es posible contener, antes de obligar a mi mundo a exorcizar algunos rostros. Antes de obligarme a romper las reglas del olvido. Las mismas reglas que no permiten que inventemos, que al fin y al cabo es lo que se hace cuando se recuerda. Pero ni la mente es lo suficientemente fuerte para ceñirse a ese reglamento que, (confiénsalo, tú también lo has pensado) a pesar de lo que se dice, se hizo para ignorarse. Eso fue lo qe pasó hace unas noches. Porque hace unas noches te besé. Quizá por única vez. En un sueño.

No importa lo patético que pueda sonar (¿ es que puede existir alguien que tenga la autoridad para calificar las cosas patéticas?), pasó. Quizá lo complicado sea admitir que -con el aroma de un café insípido acariciándome la nariz y pese a que el reglamento del olvido se hizo para ignorarse- sin creerlo, te diga que ya no te pienso, ni te deseo y sepa expresártelo con mi silencio. Y es que así funciona el mundo.

El frío me golpea el rostro mientras pienso todo esto. Es desagradable. O quizá no tanto. No, porque huele a pino.

H.

martes, 29 de septiembre de 2009

Post Jocoserio pt. III

Una sola frase más, inmortalizada (esperamos) con corrector en un baño, esta vez del tercer piso de la H. Facultad de Filosofía y Letras.

Si tanto nos queremos y tanto nos amamos, por qué no nos damos por donde cagamos.

Sublime.

P.D. Interpretación libre, eh?
P.D. 2 Y no, el original no tenía signos de interrogación.

miércoles, 22 de abril de 2009

Encuentros cercanos del peor tipo

Lo admito. Soy un antisocial convencido y, además, apático. Lo malo es que parece que los de mi tipo no son bien vistos y como que hay cierta tendencia a pretender desaparecernos. Lo admito y no lo confieso porque me gusta ser así y a otros no. Si las cosas fueran así nomás, no habría problema, pero resulta que Jehová, el Tloque Nahueque y las fuerzas productivas decidieron que yo debía nacer miope en una época en la que los miopes tienen la opción de usar anteoojos, por lo que me veo obligado a usarlos. Ando por la calle a veces muy distraído y uso un corte de cabello nada escandaloso; pero estoy seguro que ya más de uno se ha hecho un juicio sobre mi persona por medio de mi apariencia.

Voy a ser más específico: mi apariencia me ha valido cierto trato por parte de extraños en la calle. Para muestra, basta este post. Pero el viernes pasado me ocurrió algo que creo que vale comentar al respecto. Regresaba yo de la Facultad, dispuesto a llegar a mi casa, comer, jugar con el Cofi y dormir el resto de la tarde. Justo cuando iba entrando a la colonia, sentí como alguien se me acercó por detrás y sin, avisar me estrechó mano, con un saludo clásico: "qué onda carnal". En cuanto mis ojos se fijaron en el sujeto se encontraron con un chavo, ps digamos que entrando a sus veintes, como yo, cubierto con la capucha de su sudadera, de esas que ahora se usan embarradas. Era un típico especimen de esos que se pueden encontrar los viernes en la tarde en los bares de la ciudad.
Aquí un retrato hablado del sujeto. Sí, sí, ya sé que esta imagen ya ha circulado por muchos lados y que en este post ni al caso (pues yo no considero que ese tipo fuera un hipster, que es sl motivo de la parodia de esta imagen), pero deben entender que ya tantos se visten igual que a veces con una imagen así se les puede describir a todos, sean de la "tribu urbana", "tendencia", "moda" o "estilo" que sean. Digamos que se pueden hacer una idea del especimen que me abordó esa tarde quitándole al personaje de esta caricatura los lentes, las llaves (bueno, ahí sí no estoy seguro), la lata, el sobre y la barba.

Como yo iba escuchando alegremente Calling de Taproot en el iPod, con mis audífonos descompuestos (el izquierdo ya no pifa), me sobresalté cuando me tomó la mano. Me separé rápidamente y el tipo respondió "no te asustes, cabrón", casi ordenándomelo. No se lo dije, pero la última vez que alguien me abordó así, me asaltó, así que mi reaccción debió parecerle exagerada, además de que eso de que me digan cabrón, carajo.... Me abordó con preguntas como de alguien que me conociera, como "qué? vienes de la escuela?"... con ganas de contestarle: "no, pendejo, vengo de la morgue y luego me pasé a vender droga a un kinder", pero no lo hice. El tipo, ante mi paranoia creciente, no llegaba al punto, haciéndose más sospechoso. Al final, los papeles se invirtieron, pues le dije "si quieres que te ayude, ven sígueme y me cuentas en el camino", y el consternado terminó siendo él, pues parece que se ofendió. Sólo así conseguí que me dijera qué quería: que le dijera donde estaba el Tányerin. No sé de que demonios hablaba, así que seguí mi camino.

El punto es, mis estimados, que siento que actitudes así son tan socorridas, que debo esperar que algún otro tarado me vuelva a tratar así en el futuro. A mí sólo me habla de que, para muchas de estas personas (hablemos claro, esos cretinos que creen que pueden marearse a alguien que creen que es un pendejito; no, no se rían, hablo en serio, como si no supiera yo cómo opera esta lógica tan burda)... muchas de estas personas... ejem, creo que el punto ya lo dije entre los paréntesis. Lamento que estas cosas generen desconfianza en alguien como yo, pues el tipo nisiquiera me iba a hacer algo. Lamento también que el trato "amigable" hacia un extraño se use para pretender timar a las personas a quienes se juzga por su apariencia. Honestamente, es este tipo de detalles los que me hacen decir Mundo de mierda. Y no se confundan, no es un arrebato. Así pienso.

Igual en unos años cambio de opinión. Mientras ¿qué mas da?

SALUDOS DESDE EL LIMBO

H.