Mostrando entradas con la etiqueta reflexiones fuera de lugar pero bien chidas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta reflexiones fuera de lugar pero bien chidas. Mostrar todas las entradas

domingo, 25 de marzo de 2012

Cultura histórica personal. Una propuesta de ejercicio autoevaluativo para jóvenes historiadores

Mi interés por la historia nació con el tema de la guerra, como seguramente sucede con muchos otros historiadores en ciernes que no consideran prudente admitir algo así. Nadie en mi familia cercana, y conocida, ha sido militar ni han experimentado un conflicto armado en carne propia o al menos ha sido testigo presencial de un hecho bélico, por no hablar ya de mi propia experiencia personal, tan alejada de las armas. Por eso, deduzco que mis impresiones de la guerra que tanto me han fascinado a lo largo de mi vida son más bien imágenes que he absorbido y reinterpretado de lecturas que comencé a hacer desde los ocho años, escenas de películas, caricaturas, documentales y visitas a museos. A pesar de que aprendí que las guerras en general deberían causarme más bien repudio, rechazo, indignación o incluso miedo, ha sido un aprendizaje (¿o debería decir adoctrinamiento?) moral y en cierta medida abstracto. De hecho podría decir que no estoy consciente del daño de una guerra en las personas. Mi historia de vida y mis propias decisiones me lo han negado.

Dado este panorama de mis percepciones de la realidad bélica, me doy cuenta que, a mis veinticinco años, sigo manteniendo imágenes mentales muy curiosas de conceptos relacionados con la violencia y la guerra, y que conservo aunque sé que en realidad no me ayudan en mi oficio.

Por ejemplo, la expresión levantamiento armado.

No sé ustedes, pero yo, las primeras veces que leí el término, imaginaba a una persona que hincada sostenía un fusil, o una escopeta, un rifle, no sé, un arma larga de fuego, y que se levantaba. La imagen me venía a la mente tan clara como el hecho de que siempre se presentaba como vista la persona desde arriba.

Mi mente ha ido aún más allá imaginando, literalmente, un levantamiento armado. Una vez, cuando mi madre hizo las compras de útiles para un ciclo escolar que ya no recuerdo, se incluyó en el carrito un juego de publicaciones de una conocida editorial que se dedicaba (o dedica, ya no sé) a la realización de monografías, esos papeles de estampitas cotorras de un lado, y con somera y a veces facciosa información al reverso. Estas “revistas” eran compilados de información de las monografías históricas de la editorial y venían en varios volúmenes, con lo más cliché y sobado de la historia que siempre le dan a uno en la escuela.

Sobra decir que mis ojos devoraron estas revistas. Lo que no sobra es que de la lectura de una de ellas, surgió en mi mente una imagen tan clara y tan literal de un fenómeno político, que no puedo dejarlo pasar sin mencionarla. Sucede que estaba leyendo la historia del cristianismo primitivo en una de estas revistas y me topé con que el redactor mencionaba en la misma página la persecución a los cristianos y los levantamientos armados de no sé quién. Más aún: hablaba de que cierto fenómeno o proceso (quizás el cristianismo, no tengo la revista a la mano para verificar) desencadenaba levantamientos armados.

En la misma página aparecía una imagen de Jesucristo, de espaldas al lector, hablándole a un nutrido grupo de gente, en la conocida estética de las monografías mexicanas. Los personajes que escuchaban estaban hincados unos y parados otros.

Bien, pues para mí, a partir de tan parcas referencias, cada vez que leía o escuchaba que se desencadenaba un levantamiento armado, acudía a mi mente una escena en la que un grupo de personas en el momento exacto de terminar un rezo colectivo, hincados en un árido y extenso paraje, sosteniendo en sus manos armas de fuego y rodeado todo el grupo por una cadena de hierro, la cual era rota en ese instante, permitiendo a los personajes levantarse y ponerse en pie.

Obviamente, no siempre me he topado con la expresión desencadenamiento de un levantamiento armado, pero no puedo evitar evocar esa curiosa imagen cuando aparece ante mí. leo, escucho o veo algo que mi mente relacione. La imagen no me ha servido nunca, quizás nada más para hacerme más comprensible el concepto, pero más allá parece completamente inútil. Dice el maese Edgar Clément que dibujar es conocer; yo agregaría que imaginar, es decir, evocar imágenes en la mente, con mayor razón lo es. Pero dado que no solemos describir con nitidez esas imágenes mentales, ya no digamos dibujarlas, pasamos este importante hecho por alto. Esta imagen para mí, racional y conscientemente, me parece absurda e infantil (dicho en forma literal, porque reconozco haberla “concebido” en la última etapa de mi niñez); pero de alguna forma, al momento de describirla e intentar aislarla, creo que estoy descubriendo algo acerca de mi propia cultura histórica y mi imaginario. Lo que haga con este descubrimiento después ya es harina de otro costal.

Lo curioso es que, una vez que evoqué esta escena de mi imaginario con esta precisión, puedo suponer que la tendré presente ahora más que nunca.

Si es usted un joven historiador, le propongo este ejercicio de autoevaluación: hurgue en sus escritos, ponga atención a loq ue dice cuando discute temas históricos. Si logra aislar una imagen recurrente, está del otro lado.

lunes, 27 de julio de 2009

Ontología

¿Alguien reconoce a este simpático animalillo?
Cuando era niño, vivía en casa de mis abuelos maternos, en la legendaria colonia Huichapan. Bueno, en realidad, en estricto sentido vivía en la San Diego Ocoyoacac, pero eso a nadie, salvo a las instancias de gobierno, les importa (sí... ¿verdad?). Era una casa como cualquier otra de una colonia medio proletaria, medio miguelhidalguense y muy peligrosa. Y como en todas las casas donde se acumula polvo, había opiliones. ¿Qué? A ver, lea bien y repita: O-PI-LIO-NES. Falsas arañas en las esquinas de los techos, huyendo frenéticamente de manos, escobas, zapatos, periódicos y matamoscas artropodicidas. Seguro que ya saben de qué hablo. Estos animales con los que seguramente ustedes han convivido, son uno de esos observadores silenciosos, ignorados e incluso odiados más comunes de la fauna que habita nuestra casas y comparte el techo con miles, qué digo miles, millones de personas.

Pero yo, por ejemplo, no sabía que se les llama opiliones. Ni
siquiera que se les llama también segadores. Para mí, la palabra con la que inconscientemente los asocio y que será muy difícil de borrarla de mi mente es ALTARAÑAS. Así es, amiguitos: altarañas. No sé de alguien más que use esa palabra fuera de mi familia, puesto que no hay necesidad de mencionar a estos huéspedes con el resto de las personas ¿Cómo para qué? Son el ejemplo perfecto de aquellas cosas a las que estamos tan acostumbrados o que estamos tan dispuestos a ignorar y que carecen de nombre específico. Sólo afean, sólo huyen, sólo están, sólo son. Y obviamente, otra verbo que conjugan frecuentemente (para placer nuestro) es morir.

Lo que el pone el detalle anecdótico a esto es el hecho de la palabra "altaraña" está íntimamente en mi vida al hecho de que una persona en particular me enseñó qué eran esas cosas y cómo llamarlas. Es decir, para mí, la existencia de las altarañas se hizo presente gracias a mi abuelo, allá en la Huichapan. He repasado mi infancia a veces y me percato que él es él único de quien tengo el recuerdo que me enseñó una palabra. Señalaba a los frágiles artrópodos allá en la esquina superior, entre castillos y losa de los cuartos, que permanecían impasibles, listos para huir o caer. Inmóviles. Me decía: "Esas son altarañas".


No sé quién me enseñó a decir "mamá" o "papá" o quién me guió por el camino de nuestra lengua, o quienes me han aportado más cosas. Mi memoria no alcanza a esas personas y hasta dónde puedo recordar, nadie a excepción de mi abuelo, me ha enseñado una palabra tan específicamente ligada a algo, como el caso de las altarañas. Sí, seguro que ha habido otros casos, pero no hallo uno más entrañable.


Un amigo que conocí en la Facultad, hace poco, por medio de su blog, logró algo similar, pero con un concepto. No estoy taaan seguro de que sea algo equivalente, pero ya ven. O podría mencionar a los pececillos de plata, estos:


...de los cuales apenas en este año supe que también se les conoce como lepismas. Pero esos nombres no tienen que ver con una persona, sino con un libro e internet. Acaso tenga que atribuir estos pequeños descubrimientos a mi curiosidad y mis ganas de leer, pero no tiene el mismo sentido.

Ya va para diez años que mi abuelo falleció y entre tantas cosas que aprendí de él, mis recuerdos parecen irse condensando en una esquina superior de algún cuarto, ahí dónde a veces parece no haber vida, por estar lleno de polvo, donde parece acabar el espacio, donde habitan criaturas que nos gusta ignorar a pesar de estar expuestas y visibles; ahí donde un opi.. una altaraña posa sus frágiles patas, lista para avanzar.

A veces envidio su perspectiva.

H.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Nuevos amigos

Como todo mundo sabe ya, no ando así que digamos muy bien y las cosas han pasado en mi vida de una manera que ha llegado a sofocarme. Pero afortunadamente hay gente solidaria en la red, al grado de que hasta me ofrecen dinero, vía e-mail.

¡¡¡Como Mr. David Fung!!!

Dear Friend,
I have a deal in my bank worth $18.5M to transact with you.please get
back to me for more explanation.on e-mail: dr.kmfung@livemail.tw

Best regard,
Dr.David K M Fung
General Manager,WING HANG BANK,CHINA

No puedo quejarme, puesto que también la Lotería Nacional Irlandesa me anda buscando:

IRISH NATIONAL LOTTERY BOARD

P O Box 1010 Dublin, 11 G
Lower Doest Street
(Customer Services)

Ref: UK/9420X2/68
Batch: 074/05/ZY369

Dear Winner,
This is to inform you that you have been selected for a cash prize of
£750,000.00(GBP) in cash credited to file IRNL/9023118308/03. held on the
30th of AUGUST, 2008 in United Kingdom.The selection process was carried

out through random selection in our computerized email selection system
from a database of over 250,000 email addresses drawn from which you were
selected.

The National Lottery is approved by the U.k Gaming Board. In other to
claim your won prize from the lottery board you are required to fill out
the claims processing form and send it to our Claims Agent here in the
United

Kingdom with the details below:

Name Of Claims Agent: Dr Mark Lawrence.
Email address : drmarklawrence@msn.com
Tel :+44 704 576 2729
+44 703 184 9413

*************************************************
FILL AND SUBMIT :FUNDS RELEASE AND VERIFICATION FORM
*************************************************
1.FULL NAMES:----------------
2.ADDRESS:------------------
3.SEX:-------------
4.AGE:--------------
5.MARITAL STATUS:--------------
6.OCCUPATION:--------------
7.ANNUAL INCOME:--------
8.TELEPHONE NUMBER:--------
9.COUNTRY OF RESIDENCE:-----------


We wish you well.

Yours faithfully,
Mrs Schoh, Blake R.
Online Coordinator,
IRISH NATIONAL ONLINE LOTTERY .

Aún así, siento que me faltan motivos para sonreír. Pero no se apuren, ya me dieron cosquillas en la comisura de los labios.

SALUDOS DESDE EL LIMBO

H.

domingo, 24 de agosto de 2008

Niveles de vida: polillas y pájaros

Hace unos días, me mandaron un mail con imágenes y videos "muy fuertes" sobre el maltato a los animales. Seguro que ustedes ya han recibido correos parecidos o a lo mejor es el mismo correo que recibí yo; los caminos del señor son misteriosos. No abrí las imágenes, no vi los videos, bastante he visto de maltrato a los animales desde hace un buen rato y es algo que me molesta; pero nunca he tomado cartas en el asunto: no firmo cadenas ni doy dinero... a veces ni les creo. Bueno, a los de los antirrábicos, las veces que he ido, a ellos sí. Y una vez le compré un folleto sobre animales endémicos del Valle de México en peligro de extinción a un tipo que llegó a ofrecerlos a mi clase de Historia de Roma en la Facultad. Su choro, es de los pocos que de veras me han llegado y convencido. Ahí está el folleto y no me he aprendido ni siquiera qué animales están.

El ser humano, el animal que se autonombró rey de la creación, ya ha recibido varios golpes a su ego a lo largo de algunos siglos; uno de los más dolorosos se lo dio un tal Charles Darwin allá por 1859. Bueno, en realidad, la herida más profunda la dieron T. H. Huxley y el obispo Wilberforce en una curiosa discusión de la que me acabo de enterar (lo s
iento por el recurso facilote de recurrir a Google y linkear un foro, tíos, es que quería la información rápido, joder). Y a pesar de que la corona de la creación teóricamente no se le debería dar a nadie, todos, pónganme atención, TODOS la ceñimos alguna vez. Hablo de las veces en que matamos a los seres que llamamos "animales" cuando en realidad no es tan necesario. Ni para comer, ni para protegernos ni nada parecido. De los argumentos más estúpidos que he visto está el asco y, por supuesto, el de la inferioridad.

Miren, sé que puedo sonar exagerado (o leerme exagerado, valgan las correcciones), pero esta forma de pensar la tengo desde niño. Recuerdo que, a diferencia de ahora a mis 21 años, siendo yo un esforzado mozo de siete o diez años no m
e daba "cosa" tocar con las manos ciertos bichos que me encontraba por ahí, pero no los mataba. De hecho, a mis amigos de la colonia que eran un poco más chicos que yo, les "enseñaba" que no era correcto matar a los insectos solo porque sí. Claro que mi autoridad frente a ellos estaba sustentada en mi edad y en una muy dudosa experiencia. Pueden imaginar mi sorpresa cuando una vez dos de ellos fueron a acusar a otro conmigo por haber pisado un caracol. No recuerdo qué terrible sentencia dicté, pero a la fecha creo que ellos ya olvidaron el incidente. Lo curioso es que yo no.

Haber tenido mascotas después me ha hecho un tanto más sensible porque ahora me preocupaba por formas de vida "superiores". Pero desde que tuvimos que dejar a uno de nuestro perros en un antirrábico porque no teníamos con
quién dejarlo, ya que nos íbamos a Acapulco (¡Fíjense nomás el argumento!) y lo abandonamos casi casi para que lo mataran, puesto que lo iban a sacrificar, me ha renacido ese "nosequé" de mis tiernos años de infancia sobre mi preocupación sobre las formas de vida "inferiores" a mí. Sí, sí, la población de insectos, roedores y hasta de pollos es superior a la de los seres humanos, eso lo sé. Pero, por alguna razón, no me cuadra matar así nomás. No, no me lo saqué de alguna "filosofía oriental", (noten las comillas bien, por favor), es algo que siempre he creído, apoyado simplemente en el argumento endeble de la vida.

Puedo entender que el maltrato de los vertebrados nos produzca más indignación que la muerte de un invertebrado. Sin embargo, me he visto, hoy, en uno de esos momento que lo hacen a un pensar sobre cosas que parecen irrelevantes. Hace como un mes, un pájaro pequeño se había quedado en las plantas de mi "jardín". Apenas podía volar y parecía que estaba herido y por ello no era capaz de irse de ahí.

La cosa era que ni estaba herido ni nada: era un polluelo aprendiendo a volar. Cómo llegó ahí, no tengo idea. Nervioso y asustadizo, como todas las aves; pero éste lo parecía más, como impulsado por la impotencia de no poder volar lejos de un humano que le intentaba sacar una foto. Un día, sin más y tras varias jornadas de infructuosos vuelos a lo largo de mi patio sin poder ir más arriba de las bardas, logró irse de aquí, volando triunfal. Mi lástima, producto de la ignorancia de su verdadera situación, no le ayudó, fue inútil. Él solo, con sus alitas, logró irse. Un vertebrado que pudo irse solo.

Hoy me encontré con una gran polilla en mi patio trasero, posada sobre una pared que compartimos con el vecino de atrás. la moví un poco y cayó al suelo como si estuviera muerta. La volví a mover un poco y solo reaccionó un tanto. Estos animales, que suelen meterse en las casas y ser el horror de algunas personas, en realidad no cometen más faltas en contra nuestra que el de ser más grandes que muchas de sus parientes. A muchos les causan repugnancia; honestamente no entiendo por qué. La que hoy me tocó ver morir tenía una pata chueca y no podía volar. Uno siempre supone que los in
sectos se las arreglan para escapar, volar, arrastrarse, andar. Fue eso precisamente lo que yo supuse con esta criatura, pero no fui capaz de entender que no podía. La dejé ahí, esperando que emprendiera el vuelo. Volví unas horas después para colgar un poco de mi ropa después de lavarla y la encontré con las patas encogidas y el abdomen hacia arriba: el sol la había terminado de matar.

Vean lo curioso del asunto: un pájaro vino a mi casa a aprender a volar y una polilla, un mes después, lo hizo para morir aquí. Piensen solamente en la cantidad de personas que pensamos que tienen que ser ayudadas, cuando en realidad lo que hacen es estar buscando la manera de huir de esa sofocante lástima e intentos de ayuda ajenos de quienes los rodeamos. Pájaros que quieren escapar. En cambio, hay otros que llegan a nosotros ya deshechos, con el único deseo de morir (metafóricamente o de verdad) en paz y sin problemas. Y queremos que se vayan, porque son "patéticos" e indeseables. Polillas. Es verdaderamente desconcertante cuando el mundo le cuenta a uno fábulas como esta. Quizás solo a mí, con mi querido argumento (la vida) y ese pasado infantil que comparto con otros tantos seres humanos, me toca decir estas cosas.

Son esas personas que piden sin palabras que no los ignoremos, pero tampoco que estemos interviniendo. Ellos pueden solos. Como invertebrados y vertebrados. Como pájaros y polillas. Para ellos, como para mí a ratos, no hay niveles ni categorías: no hay nada inferior. Al fin y al cabo, somos todos animales, caminamos sobre la misma tierra y miramos el mismo cielo.

SALUDOS DESDE EL LIMBO

H.