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sábado, 14 de agosto de 2010

Delirio te reta...

...a resolver un acertijo. Es obra de un enigmático compañero salesiano (él no es salesiano, yo tampoco, la referencia es únicamente a razón de que tuve el placer de conocerlo en aquella casa del dolor y champurrado). Así que cada vez que ustedes no dan con la respuesta adecuada, le dan status de irresolvible al enigma. El autor posiblemente acabará dominando el mundo si no lo detenemos ahora. Van, rífense:

Hay un ser que, cuando nace, es enorme. Cuando llega a la mitad de su vida es muy pequeño. Al ser anciano se hace inmenso de nuevo, y cuando muere desaparece... pero es más enorme que nunca. ¿Qué es?

H.

P.D. Lo diré porque no es obvio: yo no he dado con la respuesta. Así que pueden arruinar el misterio escribiéndola en los comentarios si es que logran resolverlo. Y por lo mismo se los agradecería el doble si no lo hacen. He dicho.

martes, 6 de enero de 2009

Ser

Hay días en los que me pregunto de qué vale la pena temer. Si la vida sólo es una, el miedo debe ser algo único, así que no deberíamos tener miedo de tantas cosas.


El miedo es una de las cosas más valiosas que poseen los seres vivos. Sin él, la vida tomaría riesgos estúpidos todo el tiempo.


El miedo salva, destruye, diluye, compacta y crea.


Creo que hemos sido educados para pretender no sentirlo. Y no, no hablo de mieditos. Hablo de auténtico temor, el que hace que la gente se mueva. El que paraliza está en un nivel inferior.

Vivir sin miedo es estar muerto. ¿No?

Te preguntarás ¿Y qué miedo es ese tan indispensable?


Bueno, creo que esa pregunta no me toca responderla a mí.


Honestamente ¿cuántos de tus miedos valen la pena?

¿Le tememos al Dios correcto?

TSSSS






SALUDOS DESDE EL LIMBO

H.

martes, 28 de agosto de 2007

Historiar el Futuro

El viernes pasado tuve una idea: podría hacer un estudo histórico innovador sobre las ideas del futuro en Occidente. Posiblemente no sería tan innovador, ya que tanto Internet, como revistas, algunos periódicos e incluso algunas conferencias magistrales se hacen con este tema. Sin embargo, creo que aún hay mucho por hacer.


La idea es añeja en mí. Quiero decir, que tengo varias semanas cocinándola (con cebolla y pimiento) desde que vi varias películas, una por día, en mi casa; todas versaban sobre algún tipo de futuro de la sociedad occidental. Las ennumero: V for Vendetta, Soylent Green, The Animatrix, Children of Men y Back to the Future II. Todas son de factura norteamericana o británica; vamos, permeadas de la visión anglosajona del mundo.Con excepción de la última que mencioné, todas están situadas en un futuro desesperanzador, terrible, deshumanizado y decadente. Evidentemente, no dejo de lado mis estudios sobre la guerrilla (a eso me pienso dedicar) pero este tema me llama tremendamente la atención, porque ciertas películas llegan a los cines pronunciándose por "abrir los ojos" de la población o, mejor dicho, del público -son cosas diferentes, men-; haciendome pensar en que los directores y guionistas parecen sufrir de alguna neurosis mesiánica, que les hace creer que ellos son parte de esa comunidad de "intelectuales" (nótense las comillas) preocupados por la situación del mundo. No se eche en saco roto lo que digo; quizá exagere, pero siento que es posible sostener estas afirmaciones de algún modo. Nomás déjenme averiguar cómo y lo hago.



Dejando de lado las pretensiones inmediatas y de acción de los cineastas, su aportación de granito de arena contra el imperio (válidas algunas, otras quien sabe), me interesa el tema y el mensaje que estas películas transmiten. Evidentemente hay otros medios por los que se han expuesto tópicos ficticios de este tipo, en especial la literatura y la televisión -sobra decir quién gana en antiguedad-, pero el del cine me parece especialmente atractivo para hablar de él. Bueno, una que otra referencia que haya que no sea cine, a huevo que se me va a escapar de vez en cuando. En fin.



Hurgando en Internet, me encuentro con que existe una palabra que define el tipo de futuro que se trata en estas películas. Lo encontré (para variar) en Wikipedia (Nomás una nota al margen: me apena, en serio, usar Wikipedia para sacar información, pero como no estoy en alguna librería o biblioteca, no me queda de otra. Sé que igual alguna de la información de esa página es confiable, pero aún así, no me siento cómodo citándola); ese término es distopía, osea, el opuesto de utopía. Término forjado por John Stuart Mill, es utilizado por la wiki (por sus redactores, pues) para calificar un gran cantidad de obras literarias y películas. El artículo dedicado a esto incluye dos largas listas de libros y largometrajes que utilizan la distopía. Un desubrimiento: la mayoría de las películas, salvo quizá los mangas japoneses, son adaptaciones de los libros. Otro descubrimiento: las distopías son, con frecuencia, futurizadas; es decir, se les ubica en el futuro del narrador o autor. No parecen existir las distopías preterizadas. Creo que tampoco las utopías.



Y otro descubrimiento: son advertencias. El modelo político-social-económico que la globalización ha venido promoviendo desde los años cincuenta del siglo XX es el más criticado en la actualidad en las distopías cinematográficas. Los ingleses, años antes, habían sentido que el mayor peligro para la humanidad era el peligroso paso que la sociedad occidental estaba a punto de dar hacia el fascismo. Basta con recordar 1984 de George Orwell y Un mundo feliz, de Aldous Huxley. El miedo se centraba hacia la deshumanización por la vía política y, en la obra de Huxley, en la excesiva tecnificación de la existencia humana. Desde que el problema de la ecología se hizo común (Greenpeace se fundó en 1971), a la preocupación política de las distopías se agregó el plus del problema ambiental. Los grandes problemas del mundo estaban listos para ser el escenario de terribles historias de un futuro igualmente terrible. En la memoria colectiva occidental, posiblemente, se pueda hablar de ese gran paréntesis mediático de optimismo que fueron las décadas de los setenta y ochenta. Aún así, las distopías continuaban ese camino que habían iniciado cinco décadas atras. El pesimismo de los noventa y la eterna frialdad de los 2000 ha traído consigo un revuelo en la producción de filmes distópicos. Matrix fue la punta de lanza.



Me arriesgo a que me hagan preguntas que posiblemente no podré contestar, pero igual le voy a seguir. Sin embargo, la visión de la vida que el imperio de la hamburguesas promovía con tanto entusiasmo encontró eco en las mismas caricaturas. Los célebres Supersónicos (The Jetsons) de Hanna Barbera, creados en 1963, son la futurización del american way of life. Una clase media alta estadounidense que viaja en autonave, un jefe de familia oficinista (nunca he sabido exactamente qué hace) una madre ociosa, una hija adolescente estudiante y un hijo menor, que resulta siempre más listo que el padre; también están la sirvienta (Robotina) y la mascota. Hay un poderoso empresario en constante competencia con otro y un modo de vida que transcurre normalmente, sin agitaciones políticas en la conciencia de los personajes. Las únicas figuras de autoridad que he visto en los Supersónicos son los policías y los jueces; quienes detentan el poder son los empresarios y no es una visión alarmista de esta situación, es conformista. Hay una implícita referencia a que ha dejado de existir el mundo natural de abajo y que el futuro de la vida humana está sobre nuestras cabezas: el espacio exterior. Es la idea cincuentera del futuro espacial: el hombre colonizando los aires y los planetas. Los mismos nombres de los personajes, al menos los que llegaron con el doblaje, dan prueba de ello: Astro, Cometín, Lucero, el señor Júpiter (hay una cosa que añadir de este último: si recuerdan, en el antiguo doblaje, su nombre era Señor Espacial, interesante ¿no?) es la historia del eterno presente de la comodidad material y el ascenso del hombre, desprendiéndose de un mundo que ya no tiene nada que ofrecerle.
Aquí le dejo de momento, porque es un tema extenso y ya me dio hambre y tengo mucho que leer para mañana. Pero chéquense esta interesantísima lectura de la trilogía de Matrix que hace Edgar Clément.
Aún debo leer y ver más, por lo que este tema lo iré desarrollando conforme sepa más y más acerca de esto.
PEACE OUT
H.

lunes, 21 de mayo de 2007

La segunda

No se me ocurrió otro título para esta entrada de blog. Después de poner avisos sobre la existencia de este blog por todos lados, la creatividad se me va. Así nomás, se me va. Si la creatividad de una persona se midiera en su capacidad para bautizar textos, yo saldría, en esta ocasión, muy mal parado. Ahora que lo pienso, esa manera de evaluar el potencial creativo parece una buena propuesta... Promúevanla. Digo una buena idea no se tiene todos los días.... Sé que algunos de ustedes creen que sí las tienen todos los días, pero, créanme, no todas las son. Yo mismo, en este momento, evalúo arbitrariamente esta idea que, inicialmente, estaba destinada a hacer una autoburla de mi rebuscado y a veces simplón estilo de escritura.

Como sea (intenté poner sangría en este párrafo, como buen redactor, pero parece que el blog no lo acepta; ni modo, me resignaré) aún estoy acomodando cosillas en este espacio, no se como iniciar el abordamiento de los temas (de hecho, ni siquiera estoy áun en condiciones de escribir sin usar tantas palabras descontextualizadas, como "abordamiento").

Supongo que tendré que hablar de las nuevas condiciones de los escritos que pronto quedarán materializados en sus monitores, queridos visitantes. Para empezar, y aunque sé que esto que voy a decir les importará un soberano pepino o cacahuate -se me hace algo cómico que sólo el cacahuate y el pepino posean soberanía ¿y qué hay de las semillas y vegetales? ¿y las frutas?-, estoy procurando eliminar esa nociva costumbre internetiana de sustituir la consonante Q por una K, lo cual también suprime la U que le otorga el sonido seco a la consonante usurpada. Si lo notan, las QUs están presentes en este blog y estaban siendo sustituidas en el anterior por una K.

Ahora que me propongo corregir esta aberración ortográfica, me comienzo a preguntar por qué comencé a practicarla. Lo más seguro es que me haya contagiado de la inmediatez - y a veces carencia- de pensamiento que impera en internet. Ya lo dije antes, y lo reitero: en la World Wide Web, las personas se sienten la libertad de emitir opiniones a lo gÜey, aunque digan tonterías al por mayor. La necesidad de la sociedad posmoderna de emitir opiniones por el simple placer de hacerlo ha hecho también que la comunicación textual instantánea de estos convulsionados tiempos haya sido el nido de un lenguaje corto, preciso y vacío. Vean como se comunica la gente que usa internet y quienes usan, casi como manía, los mensajitos de celular. En especial pubertos, adolescentes y jóvenes entrándole a adultos usan este tipo de escritura rápida, que a últimas fechas se ha convertido en un complicado código que resulta muy díficil de entender entre los profanos. La urgencia de los tiempos y la necesidad de pertenencia de muchos jóvenes y entes larvarios de ellos a alguna forma cultural han permitido y fomentado la existencia de este tipo de códigos.

Esto no es una pretensión barata de hacer sociología sacada de la manga. Solamente señalo algunas cosillas que he notado. A propósito, quizá sea yo, pero lo que también percibo es que entre la población femenina que tiene acceso a internet y la comunicación por celular, la utilización de estos códigos es más frecuente que en los hombres. Tambíén podría decir que sería posible poner un rango de edad, pero eso sería salirme mucho del tema.

Entre las prácticas de estas personas que usan este tipo de códigos está sustitución de la QU por la K e incluso, la simple utilización de la K hace las veces de palabras como "que". En otros casos tiene una connotación ideológica incipiente: escribir las palabras que tienen la "qu" o incluso las que tienen las sílabas "ca", "co" y "cu" con K es en sí mismo, un acto de protesta antisistémico y demás pseudoideologías y tendencias culturales afines. No sé exactamente de qué lado me llegó el contagio, pero despúés me vi escribiendo con K todo el tiempo en internet. Al principio creí que me ahorraba tiempo al escribir, sobre todo si estaba platicando con alguien en messenger respecto a algún trabajo o alguna cuestión delicada. Pero después me di cuenta de que se había hecho costumbre y que mis dedos ya no tocaban las teclas Q ni U seguidas en una palabra. Lo bueno es que no sólo estoy en la maquina apretando teclas para platicar por internet. De hecho la mayor parte del tiempo invertido por mí frente a la computadora es para escribir trabajos para la carrera. La correcta utilización de las palabras en esos trabajos me ha salvado de que se hiciera permanente la manía. Ahora debo trasladar esa manera correcta de escribir al ámbito no académico. No sé como quede yo con ustedes con este cambio; confío en que no será nada desfavorable.




Este soy yo hace un año, escribiendo algún trabajo para fin de semestre. Mi cara en estos días es parecida, pero con un poco más de orgullo por escribir bien... En ese entonces ni me pasaba por la cabeza abrir un blog distinto al que manejaba en msn. Pero ya ven, el tiempo pasa.

Como ya había dicho, las primeras entradas tendrán por contenido los deslices del bloguero en cuestión (osea yo) con la literatura, es decir sus pretendidas "creaciones literarias". Ahora pienso que sería mejor intercalar algunas opiniones del momento entre esos textos. Habrá algo del género que más cultivo, el cuento, pero también de mi incipiente poesía, ensayos lisérgicos y adelantos (en la medida de lo posible) de mi proyecto, mi megaproyecto El Ciclo de Iskrania, que, a grandes rasgos, es la creación literaria de un mundo propio (please no juzgues mi escapismo mental) en el terreno de la épica fantástica.


Por el momento, les dejo un cuentito mío ya muy choteado. Lo escribí en el 2004 si no me equivoco. A pesar del paso del tiempo, lo leo y sigue teniendo cierto encanto. Me ví obligado a hacerlo así de corto por las exigencias de la profesora que me hizo escribirlo; ahora me doy cuenta de que el cuento corto sí se me da dos tres. Debo practicar, pero este textito me tiene muy orgulloso, como lo estaría un padre clasemediero mexicano promedio pambolero (¿se escribe así?) cuando ve a su hijito meter un gol en algún partido escolar o de la liga del deportivo al que va a entrenar. Puede que muchos lo hayan leído ya, pero me vale, al fin y al cabo, les advertí que iba a repetir ¿no? Bien, ahí les va.


¿QUÉ HICE MAL?

Tal vez era el agobiante calor humano del metro. Pudo haber sido el tumulto de los ambulantes frente a la Catedral. O quizá el incidente con Lucía; la cuestión era que Oscar estaba muy estresado y necesitaba algo para entretenerse; no lo pensó mucho y decidió visitar el Museo del Templo Mayor aquella tarde, pues no lo conocía. Tras pagar sus respectivos treinta y ocho pesos de la entrada y haber dejado su mochila en el guardarropa, caminó tranquilamente hacia la escalera que indicaba el inicio del recorrido. El olor de salchichas cocidas y la vista de refrescos en hielo le habían abierto el apetito antes de entrar, pero ya era demasiado tarde. Estaba dentro. Y la imagen del hermoso pero molesto rostro de Lucía no se iba de su mente. “¿Qué hice mal?”, pensaba mientras hacía como que leía la explicación. Molesto, un turista norteamericano intentaba leer la traducción en inglés e hizo una seña a Oscar para que se quitara, quien accedió aún inmerso en sus pensamientos.
La luz y el implacable calor del sol provocaron a Oscar un leve dolor de cabeza que soportó sin preocuparse mucho. Recargado sobre el barandal, veía las esculturas de las ranas en la antigua entrada del templo. Giró su mirada para descubrir cabezas de grotescas serpientes esculpidas en piedra. Un recuerdo acudió rápido a su mente. Se encontraba en la biblioteca leyendo un libro sobre la civilización mexica, cuando una joven se sentó en la misma mesa, frente a él, con un solo libro. Oscar comenzó a mirarla de reojo y la joven le devolvía insinuante sus miradas. Justo cuando la página del libro de Oscar mostraba la imagen de una cabeza de serpiente esculpida, la joven se levantó y se fue. Momentos después se encontraban fuera de la biblioteca. Fue así como conoció a Lucía. “¿Qué hice mal?” seguía pensando.
Oscar caminaba ahora hacia el museo. Pasaba entre las ruinas y el ambiente se le hacía húmedo, a pesar del tremendo calor seco de la capital. Su vista se nublaba cada paso que daba, pero se sentía más vivo que nunca y seguía caminando como si nada le pasara; el hambre y el dolor de cabeza aumentaban y comenzó ver que las cabezas de serpiente se movían. Se sacudió la cabeza y dejó pasar a una mujer con sus dos hijos, un par de niños gritones y molestos. Oscar sintió deseos de ir al guardarropa. El ambiente fresco del museo lo reanimó en cuanto entró y su ahora excitada mente jugaba con los recuerdos de su último encuentro con Lucía, que aparecieron al ver los cuchillos de sacrificio. La grandeza de los tlatoanis lo envolvía ahora; los dioses le sonreían. Al salir vio que, desde la entrada a la zona arqueológica, alguien lo llamaba con la mano. Al acercarse un poco más, vio claramente a Lucía vestida con un largo vestido blanco. Con una ancha sonrisa, Oscar se dirigió al guardarropa por su mochila. “Una diosa, querida Lucía, ahora eres mi diosa”, pensaba.
Momentos después Oscar viajaba en el asiento trasero de una patrulla, acusado del homicidio de Lucía Torres Esquivel. Junto a él iba la evidencia, es decir, su mochila. Su contenido: una fotografía de Lucía, una tosca imitación de un cuchillo de pedernal y un corazón humano envuelto en una bolsa de plástico.
Oscar pensaba en su diosa Lucía vestida de blanco y se preguntaba: “¿Qué hice mal?”



Espero les haya gustado, pero en especial, que les haya provocado algo. Anyway, yo me retiro de momento.


SALUDOS DESDE EL LIMBO

H.