Pero hoy tenemos al camarrada y con el impulso de sus opiniones, voy a aventarme la duda de Delirio (que en realidad es mía), una bandera (que hace un buen rato no posteaba) y además diré algunas palabras..
Sorry, OXUS está detenido, pero igual mañana les doy la sorpresa...
Por lo pronto, en la opinión de
Ahora, Delirio no tiene duda para expresarla, pero yo sí. Llegados mis 24 años siento una intensa curiosidad por conocer más de aquello que acostumbraba ver en la televisión de pequeño. ¿Crisis de la postadolescencia? Vaya ustéasaber.
¿Cuál es el nombre de una serie animada que trataba de las aventuras de un insecto que la hacía de caballero andante, que de hecho montaba un saltamontes a modo de corcel, en un mundo así como que medieval, caracterizado con puros personajes artrópodos, que casi no usaba diálogos y se transmitía por Canal Once?
Recordarán que hace algunos ayeres expresé una duda semejante. A la fecha sigo esperando, con la mirada fija en el horizonte, hacia el oriente, la respuesta (suspira).
No tengo ganas de explicar al respecto, chequen Wikipedia.
Lo diré así, sin anestesia: se me hace que no serviría para activista. En serio. Y menos en este tramo de mi vida. Mi poca empatía con tantas, tantas posiciones políticas me hacen un candidato al ninguneo o a representar el cliché del apático apolítico nihilista mamón pesimista. Tengo diversas opiniones contradictorias entre sí respecto al tema de la guerrita de Felipe, necesitaría una auténtica catarsis para expresarlas todas con un mínimo de coherencia. De momento me las guardaré, pero creo que una vale la pena expresar, en vista de lo sucedido con el Sicilia affaire y sus secuelas de activismo:
Desde la campaña de la imagen "No + sangre", siento que algo en el movimiento civil que intenta tomar la voz en representación de todos aquellos que, sin deberla, pero sobre todo temiéndola, protestan por el visible aumento del riesgo que se está convirtiendo vivir en muchas partes de México, está lejos de mí, de mi ánimo, de mi forma de ver las cosas. Es obvio, como ser viviente, quiero seguir vivo, mi instinto me lo dicta, y por ende DESEO fervientemente que la violencia que sacude tantas regiones de este país cese o disminuya y es un interés que, puedo confesarlo, es justificadamente egoísta. Creo que le temo más a los criminales de la Ciudad de México y sus alrededores que a los señores de la droga.
En mi vida me he metido algo, no me llama la atención y de hecho los alucinógenos son lo único que me atrae, pero no me he acercado por miles de razones, muchas de ellas prácticas y otras personales. No sé qué porcentaje de las muertes por causa del tráfico de drogas se debe a las drogas alucinógenas, pero sería un buen ejercicio de ética elemental que cualquiera que consuma y sienta algo de empatía con las víctimas y sea capaz de razonarlo al menos por unos segundos, se lo pregunte: ¿cuál es el costo humano de esto que estoy consumiendo? ¿Como consumidor, como adicto, qué hago? ¿Qué puedo hacer?
En fin, me desvío. Lo que realmente quiero decir es que la historia me ha dado perspectivas muy perturbadoras sobre todos los procesos violentos. Cinco años haciéndole al historiadorcito no son en balde, algo se me pegó. La sociedad civil (whatever that means) está agarrándose de todos los recursos retóricos y discursivos de que dispone para expresar su hartazgo y creo yo, aún más que el hartazgo, su miedo. La fantasía liberal ha dado frutos. Hoy en día, quien se siente ciudadano está CASI convencido de que las armas no arreglan nada. La catarsis violenta de tiempos pasados está enterrada en lo más oscuro del imaginario y está así porque actualmente hay quienes nos tienen encañonados. Y no es metáfora.
¿Es el gobierno? Iba a decir, "bueno fuera", pero esa expresión aquí no cabe. La cuestión es que todos aquellos desubicados que anduvieron atascándose el hocico de revolución de camino al año del bicentenario siempre hablaban, cuando mencionaban a la violencia, de dirigirse contra el gobierno, sólo contra el gobierno. ¿Y el resto de quienes nos amenazan?
¿A alguien alguna vez se le ha ocurrido poner bombas en las tienditas de narcomenudeo, en las mansiones de los narcos menores, minar las rutas de sus sicarios? ¿Hacer "limpieza social" con los narcomenudistas? ¿Saboteo a los cultivos de amapola y mariguana? ¿Rebelarse, pues? Sí, los rivales lo están haciendo. Para implantar ellos su propia ley. ¿El ciudadano común tiene los tamaños para plantarle cara al narco? No, rotundo no. ¿qué hace? En este caso marchó para exigir a quien se supone tiene la capacidad de fuego (y hasta eso está en duda ya) y el poder político evite que esto se salga de control. Porque créanme, estamos en las fauces del monstruo aún.
No lo sé, yo soy muy pequeño. En este caso no hago ninguna diferencia y confío en que no haya más como yo allá afuera (ingenuo de mí). Puedo confiar en que mi apoyo a la causa podría ser bien visto por quien me conozca y quien quizá visite este blog alguna vez, pero no, no puedo apoyar sintiendo la inutilidad de mi voz. Hay muchos otros que sí creen en la suya a este respecto y los admiro por eso. Yo prefiero mirar hacia otro lado, cargar mis baterías para lograr muchas otras cosas, sobrevivir y hacer lo posible por que mi legado sea valioso, a pesar de todo.
En serio, mi voz en este asunto es inútil y estoy seguro de que a nadie le hará falta. Bien lo sabe quien sea un poco perspicaz, no todas las trincheras están invadidas, no todos los que callamos somos unos irresponsables, no todos los que no nos quejamos como ustedes no lamentamos las muertes.
Y hélo ahí, mi intento de justificación. Disparen.
Desde la campaña de la imagen "No + sangre", siento que algo en el movimiento civil que intenta tomar la voz en representación de todos aquellos que, sin deberla, pero sobre todo temiéndola, protestan por el visible aumento del riesgo que se está convirtiendo vivir en muchas partes de México, está lejos de mí, de mi ánimo, de mi forma de ver las cosas. Es obvio, como ser viviente, quiero seguir vivo, mi instinto me lo dicta, y por ende DESEO fervientemente que la violencia que sacude tantas regiones de este país cese o disminuya y es un interés que, puedo confesarlo, es justificadamente egoísta. Creo que le temo más a los criminales de la Ciudad de México y sus alrededores que a los señores de la droga.
En mi vida me he metido algo, no me llama la atención y de hecho los alucinógenos son lo único que me atrae, pero no me he acercado por miles de razones, muchas de ellas prácticas y otras personales. No sé qué porcentaje de las muertes por causa del tráfico de drogas se debe a las drogas alucinógenas, pero sería un buen ejercicio de ética elemental que cualquiera que consuma y sienta algo de empatía con las víctimas y sea capaz de razonarlo al menos por unos segundos, se lo pregunte: ¿cuál es el costo humano de esto que estoy consumiendo? ¿Como consumidor, como adicto, qué hago? ¿Qué puedo hacer?
En fin, me desvío. Lo que realmente quiero decir es que la historia me ha dado perspectivas muy perturbadoras sobre todos los procesos violentos. Cinco años haciéndole al historiadorcito no son en balde, algo se me pegó. La sociedad civil (whatever that means) está agarrándose de todos los recursos retóricos y discursivos de que dispone para expresar su hartazgo y creo yo, aún más que el hartazgo, su miedo. La fantasía liberal ha dado frutos. Hoy en día, quien se siente ciudadano está CASI convencido de que las armas no arreglan nada. La catarsis violenta de tiempos pasados está enterrada en lo más oscuro del imaginario y está así porque actualmente hay quienes nos tienen encañonados. Y no es metáfora.
¿Es el gobierno? Iba a decir, "bueno fuera", pero esa expresión aquí no cabe. La cuestión es que todos aquellos desubicados que anduvieron atascándose el hocico de revolución de camino al año del bicentenario siempre hablaban, cuando mencionaban a la violencia, de dirigirse contra el gobierno, sólo contra el gobierno. ¿Y el resto de quienes nos amenazan?
¿A alguien alguna vez se le ha ocurrido poner bombas en las tienditas de narcomenudeo, en las mansiones de los narcos menores, minar las rutas de sus sicarios? ¿Hacer "limpieza social" con los narcomenudistas? ¿Saboteo a los cultivos de amapola y mariguana? ¿Rebelarse, pues? Sí, los rivales lo están haciendo. Para implantar ellos su propia ley. ¿El ciudadano común tiene los tamaños para plantarle cara al narco? No, rotundo no. ¿qué hace? En este caso marchó para exigir a quien se supone tiene la capacidad de fuego (y hasta eso está en duda ya) y el poder político evite que esto se salga de control. Porque créanme, estamos en las fauces del monstruo aún.
No lo sé, yo soy muy pequeño. En este caso no hago ninguna diferencia y confío en que no haya más como yo allá afuera (ingenuo de mí). Puedo confiar en que mi apoyo a la causa podría ser bien visto por quien me conozca y quien quizá visite este blog alguna vez, pero no, no puedo apoyar sintiendo la inutilidad de mi voz. Hay muchos otros que sí creen en la suya a este respecto y los admiro por eso. Yo prefiero mirar hacia otro lado, cargar mis baterías para lograr muchas otras cosas, sobrevivir y hacer lo posible por que mi legado sea valioso, a pesar de todo.
En serio, mi voz en este asunto es inútil y estoy seguro de que a nadie le hará falta. Bien lo sabe quien sea un poco perspicaz, no todas las trincheras están invadidas, no todos los que callamos somos unos irresponsables, no todos los que no nos quejamos como ustedes no lamentamos las muertes.
Y hélo ahí, mi intento de justificación. Disparen.
PEACE OUT
H.
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