domingo, 25 de enero de 2009

URGENTE

El destino me alcanzó o más bien fueron mis aspiraciones. Bueno, primero lean:

El traductor

[...]Todos estaban ahí por culpa de aquel extraño anciano, en esa sala en forma de pentágono, con una puerta en cada pared. Nadie sabía cómo era que el resto había llegado ahí; algunos atraídos por promesas, otros con deudas hasta el cuello, otros simplemente se dejaron llevar. Pero todos llegaron al punto en que se encontraba la extraña máquina del viejo Cosme: el traductor de ponzoña. Un par de tanques unidos por una manguera que se alzaban sobre una silla de dentista. Las mangueras se hacían más delgadas a lo largo hasta terminar en un par de agujas que se introducían en las venas del usuario. Una dosis de veneno en uno de los tanques y otra de la fórmula secreta del viejo en el otro… Voilá! El usuario podía sentir cómo el veneno le transmitía colores, sabores, olores, sensaciones, imágenes, sonidos e incluso palabras. Cada tipo de veneno, en cada dosis, hacía las veces de una droga alucinógena, pero cien veces más potente. Una vez terminada la sesión, el veneno llegaba al usuario en su forma pura: como la sustancia invasora y asesina que era. Todos en aquella sala habían sobrevivido a una sesión en el traductor de ponzoña, pero Iñaki era el único que la había probado más de una vez y quería hacerlo de nuevo[...]


Ah, pero ahí no acaba la cosa:

La Galería

[...]Joaquín sintió temor. Ni siquiera sabía dónde estaba, ¿cómo iba a continuar? Buscar una salida no era válido, porque, de hecho, toda esa calle era una salida. Podría entrar en una de las casas, pero todas las puertas, ya fueran de madera vieja y maciza o de herrería lucían cadenas y candados. Quiso voltear, pero no pudo. Su mirada se clavó en una parte lejana del piso. Confundido, se dejó caer y sólo incorporó la parte superior de su cuerpo para quedarse sentado, creyendo que así se le ocurriría algo. Cerró los ojos.

Algo se acercaba, podía sentirlo. Después ya no sólo lo sintió, sino que un claro sonido de pasos se introducía en sus oídos. Alarmado, abrió los ojos de golpe. Esos no eran pasos humanos, algo que le preocupaba sobremanera. Temía mucho a la idea de que algo, en vez de alguien, se acercara. Inducido por ese temor, se animó a voltear. Apenas giró el cuello unos grados, una densa capa de oscuridad cubrió todo[...]


Me declaro culpable de ambos textos y también de haber convencido a algunas personas de que me acompañaran en la pretenciosa aventura editorial en que se podrán leer completos. El primero, en una colección donde participo con otros autores, titulada Diálogos con la ponzoña y el segundo, también un asunto de co-autoría compartida entre cinco, llamado Cuentos asesinos. Ambas publicaciones, auspiciadas por El Under Ediciones, serán presentadas al respetable (y no tan respetable) en sendos actos masivos el 13 y 14 de febrero próximos en el Café Escarabajo Blanco y el Hotel Virreyes, respectivamente.

Ahí vamos a destrozar el espíritu de San Valentín, porque, honestamente, nos zurra las bolas. Después les paso los horarios. Cambio y fuera.


H



2 comentarios:

Ruano dijo...

Me parece muy bien que ya empiece a hacer su propia dolección de obras. Estaría bien chido que invitaras a Dulce Medellín, ya vez que ella siempre te vio futuro en las letras. Y después de la presentación de los libros, pues unas chelucas para celebrar ¿no?

EktoradO dijo...

Wooo, claro!! gracias por recordármelo, mi buen.