lunes, 30 de enero de 2012

La dama Delirio pregunta...



¿Cuál es la palabra para describir el escape a la muerte de un individuo responsable de acciones atroces contra la humanidad desde el punto de vista moral, pero que siempre se mantuvo lejos de una sentencia real por más veces que se le juzgara?

En diciembre de 2006, cuando fue a dada a conocer la muerte de Augusto Pinochet, supe por primera vez de la palabra Pinochetazo. Seguramente lo vi en una página del periódico La Jornada y no recuerdo a qué hacía alusión, pero en mi loca cabecita quedó la idea de que tal palabra se aplica a las muertes de determinados personajes señalados por el "juicio de la historia" como genocidas, dictadores u otros bonitos títulos, que acontecen sin que la Justicia Internacional pueda sentenciarlos y que han ido cayendo en los suaves brazos de Tánatos muchos años después del término de su actividad criminal, en medio del mundo posterior a la guerra fría, justo antes de que el Justo Occidente los alcanzara.

Así, digamos que "dieron el pinochetazo" Idi Amín (dictador de Uganda de 1971 a 1979, señalado por al menos la muerte de 30000 ugandeses) en Arabia Saudita en 2003; Slobodan Milosevic (presidente de Serbia de 1989 a 1997 y de Yugoslavia de 1997 al 2000, que como tal fue señalado como responsable de gran parte de los crímenes de guerra y actos de genocidio que tuvieron lugar en las guerras yugoslavas de los noventa) en los Países Bajos en 2006, Saloth Sar Pol Pot (jefe máximo de la Kampuchea Democrática y su partido, los Jemeres Rojos, durante la dictadura de inspiración maoísta que asoló al país de 1975 a 1979, y causó la muerte de aproximadamente una cuarta parte de su población) prisionero por su atiguo partido en Camboya en 1998; y el mismo Pinochet en 2006.

Deben existir otros casos, no hay duda. En México está pendiente que dé el pinochetazo Luis Echevería, el ex presidente que fue acusado del delito de genocidio en 2006 (el crimen específico: la matanza de Tlatelolco de 1968), arraigado por ello mismo en su domicilio y absuelto ese mismo año, para serle ratificada de forma definitiva esa absolución en 2009, debido a que, DICEN, el delito de genocidio había prescrito en 2005. Chingaderas, ya saben. Y decimos que su pinochetazo está pendiente porque está muy cabrón que la justicia mexicana lo someta nuevamente a juicio antes de que muera. Espero, ingenuamente, equivocarme.


El pasado día 26 de enero, murió Miguel Nazar Haro, máximo símbolo y personaje de la persecución política en el México de los años 70, operador distinguido de la temida Dirección Federal de Seguridad y su director de 1978 a 1982, torturador calificado y empleado de la CIA. Acusado de la desaparición de Jesús Piedra Ibarra, fue preso en Nuevo León durante nueve meses de 2004, pero se le liberó bajo el beneficio de prisión domiciliaria en la Ciudad de México, hasta que la huesuda lo alcanzó este año. De nuevo: chingaderas.


Nazar Haro nunca ocupó un puesto similar a Pol Pot o Milosevic, ya ni siquiera como su jefe Echeverría, por lo que no podemos afirmar que cubre los requisitos para decir que dio el pinochetazo. Puede que, con el fin de endulzar el escape a la muerte de este tipo de personajes, menores jerárquicamente, pero sin duda igualmente importantes en lo que respecta a la comisión de atrocidades, tengamos que acuñar un nuevo término.

Nazarazo suena bien.

H.


P.D. Si, ya sé: debí postear antier o ayer, no estén chingando.

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