miércoles, 4 de mayo de 2011

En la opinión de... (+ Bonus Track)

La Momia de Lenin
Otra perla del camarrada.

A lo largo de estos diez años he contado a muchas personas una jocosa anécdota de cuando ocurrieron los atentados del once de septiembre. Tal vez cada amigo o amiga que tengo, tal vez cada persona de la que me he enamorado desde entonces, tal vez todos mis conocidos la han escuchado alguna vez. No cuento, por supuesto, a los que estuvieron en esa ocasión ahí conmigo. Creo que cada que conozco a alguien, pregunto sobre qué estaba haciendo o dónde estaba esa persona cuando ocurrieron los atentados, o cómo fue que se enteró. Debe ser, de lejos la mejor manera de romper el hielo, ahora que lo pienso bien. Una vez, incluso, me vi contando la anécdota en una cátedra de Jorge Volpi en la Facultad. Lo curioso del asunto es que es seguro que por más que haya contado la singular historia, nunca la he escrito y creo que ahora que el buen Osama ya duerme con los peces, es una buen pretexto para contarla aquí.

Resulta que por aquellas fechas, yo cursaba el tercer año de secundaria, ya saben, en el lengendario colegio salesiano. Transcurría un día martes cualquiera, llegamos a clases y salimos a nuestro receso de las 9:30; al regresar nos tocaba la clase de física, que había sido impartida en esa escuela durante generaciones por un hombre a quien le decían el
Pato. Y aquí debo detenerme un poco.

Creo que se llamaba Eduardo. Era una figura casi mítica en esa secundaria debido a su peculiar timbre de voz (a ello debía su apodo) y su modo tan campechano de impartir clase. Honestamente no recuerdo haber aprendido algo durante los tres años que lo tuvimos dándonos cátedra, bastante llevadera por lo demás. El día que se presentó, en primer año, dio un largo sermón que ahora mismo recuerdo fue bastante entretenido aunque ya no es claro para mí de qué habló; eso sí, y seguramente muchos lo recuerdan bien, la cereza en el pastel de esa presentación fue viéndolo subirse al escritorio para saltar desde él. Pensándolo bien, no fue tan cómico, debió quedar grabado en mi memoria debido a que a un compañero sí le pareció en extremo gracioso y rió casi al punto de orinarse.

Una actividad que usaba para comer tiempo en sus clases era dándonos a leer viejas revistas de divulgación del tipo
Muy Interesante para que según "hiciéramos investigación", la cual consistía simple y llanamente en copiar las pequeñas notas de curiosidades en nuestro cuaderno. También, ya el último año, le dio por ponernos documentales de Caminando con dinosaurios, y la verdad nunca nadie entendió qué tenían que ver con su clase, pero igual lo agradecíamos, pues era una buena razón para tragar golosinas y hasta garnachas como cerdos en el salón y él se echaba un coyotito mientras acababa.

¿Por qué me extendí tanto hablando de este hombre? Además de que soy un tipo muy disperso, quería proporcionar un perfil de la persona que se en
cargaría de anunciarnos a un grupo de treinta y ocho pubertos el acontecimiento histórico que marcaría el inicio de un siglo. Así que pues imaginen al Pato, un hombre de baja estatura y moreno, entrando al salón de clases y decir, con un visible tono de preocuación: "Muchachos, agárrense: dos misiles palestinos acaban de tirar las torres gemelas en... ¿dónde están las torres gemelas?" Alguien responde por ahí: "¿Boston?". El Pato continúa: "Ah , sí, sí, en Boston. Ah, y además, ya hay tomas de que los palestinos están celebrando".

Puedo asegurar sin temor a equivocarme que muchos pensamos en ese momento "¡Huevos, la Tercera Guerra Mundial y yo sin haber conocido el amor!"
. Me quedan en la memoria también algunas muy bizarras conversaciones con mis compañeros sobre si habría la posibilidad que nos mandaran a la guerra con apenas quince primaveras. Yo hasta fantaseé con una despedida épica con la chica que en aquella lejana época me hacía suspirar. Carajo, ser puberto le permitía a uno casi cualquier cosa.

Luego nos enteramos de los acontecimientos reales (los aviones comerciales, Al-Qaeda) y ¡oh, desilusión! la versión del Pato quedó enterrada en nuestro inconsciente colectivo (de grupo), pero también como un elemento indispensable en nuestro archivo de salesianadas cómicas; quizás para muchos, como yo, la más memorable.

El Osamazo de esta semana nos deja un sabor a vacío, porque, aunque hacía ya un buen rato que el saudí más simpático del mundo no se aparecía en los medios, no daba nota ni nada, todo mundo sabía que estaba ahí, como el lobo de los juegos, Juanito y el padre Maciel. Una lástima que se nos haya ido. Pero ps pa'llá vamos todos, pa'llá vamos
todos. Hay que hacerle homanjes dignos de su persona, no mamadas como esta. Precisamente esta semana encontré entre mis pertenencias un ejemplar de un periódico escolar de esos aciagos días del Ozzfest 2001, que supongo sólo duró un número, pues se trataba de un mero proyecto de trámite para pasar la materia de español por parte de unos compañeros. En la última página me topé con las primeras tiras de Los Miserables del maese Patricio y El Cerdotado de Polo Jasso que vi en mi vida y versan precisamente sobre los acontecimientos. Aquí tienen la página:

Finalizamos con un corrido del maistro Andrés Contreras:

Próximamente comentaremos la marcha próxima a arribar al corazón del Anáhuac. Manténganse en contacto.

H.

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