Se nos va agosto y comienza el último tramo del verano 2011, especialmente activo en noticias de locos y supuestos locos que lanzan bombas para protestar y cambiar el mundo o iniciar la revolución. Todas ellas historias bien chistosas y es curioso que en los últimos meses la nopalera ha escupido algunas de ellas.
No estaría de más hacer un recuento (recuento, jeje... ¿se fijaron?). Just for fun.
Templarios a la orden
Existe una delirante pero atractiva teoría resumida en la palabra Eurabia. Cuenta la leyenda que consiste en imaginarse una gradual invasión cultural, racial y religiosa del Anciano Continente por parte de musulmanes de todas nacionalidades. Debates aquí y allá en varios países entre los inmigrantes que se asumen como musulmanes y las autoridades, arrastran a la polémica a académicos y activistas de todo signo ideológico. Los más paranoicos de la malvada derecha y ultraderecha vienen repitiendo desde hace años la terrible leyenda de una Europa árabe, musulmana, en la que los blancos cristianos serían minoría and stuff. No estoy tan enterado, pero podría asegurar que muchos de los creyentes en este mito ya se han visto involcrados en actos de violencia directamente derivados de estas creencias, como crímenes de odio.
Los servicios de inteligencia, seguro, también deben tener en la mira a muchos de estos grupos que pregonan el peligro de Eurabia junto a otros lugares comunes de la derecha de cada país. Los vigilan y han de estar al pendiente de lo que hacen y dicen, pero siempre se les ha de escapar uno.
Y madres, pasó. Pasó el 22 de julio en Oslo. Un evento que los medios calificaron de la mayor tragedia en Noruega desde la Segunda Guerra Mundial. Wikipedia dice que es el primer atentado en la historia del país. Una bomba en el edificio en el que chambea el primer ministro noruego y una masacre perpetrada en un campamento juvenil socialdemócrata juntaron un total de 77 víctimas mortales y alrededor una centena de heridos, además de un estado de pánico generalizado entre la población. Reacciones inmediatas: el New York Times se dio un quemón horrible señalando primero que nada a un grupo llamado Ansar al-Yihad al-Alami, el cual se desligó de los atentados poco después (cosa de horas), mientras la policía noruega, más sobria, adelantó que únicamente sospechaba de "grupos antisistema" o, en todo caso, que las investigaciones aún estaban por comenzar.
Todas las dudas respecto a la autoría de los ataques se disiparon cuando entró en escena Anders Behring Breivik, un personaje de perfil más bien bajo, pero de una claridad de ideas pasmosa. Habiendo sido detenido poco después de perpetrar el mortal tiroteo contra los jóvenes en la isla de Utoya, en las semanas que siguieron se dio a conocer que se le reconocía como el pepetrador y ejecutor tanto del bombazo en Oslo como de la masacre en la isla. La prensa dibujó su perfil basándose en sus afiliaciones: ex fracmasón y antiguo miembro del derechista Partido del Progreso noruego. Se completó con las menciones de los rastros que había dejado en internet antes de su atentado, tanto su perfil de Facebook (de donde se derivaba que se autoproclamaba nacionalista y cristiano), como el video que había dejado en Youtube y el único tuit que escribió: "Una persona con creencias iguala la fuerza de 100 000 con sólo intereses", citando a John Stuart Mill. Todo ello fue borrado el mismo día de los atentados.
Pero sin duda su legado a la red más interesante es su extenso manifiesto que tituló 2083: Una Declaración de Independencia Europea, un compendio panfletario de 1500 páginas que resume muy bien el imaginario político de este individuo. Me lo descargué hace un tiempo para darle una checada en intervalos, y bueno, creo que sobra decir que no he avanzado mucho, tengo otras cosas que hacer. Pero una revisada rápida me dio una idea general del documento.
Para mi tesis he venido recopilando referencias teóricas para analizar los discursos y actos de los grupos rebeldes (en el caso de mi trabajo, para las guerrillas urbanas en al Ciudad e México en los años 60s y 70s) en términos de lo que vulgarmente llamaríamos "lugares comunes", es decir, su imaginario. El caso de Noruega, Breivik y su "Revolución pan-Europea Conservadora" , me llamó la atención porque, para mí, las dos primeras referencias que me recordó la noticia fueron el atentado de Oklahoma del 95, perpetrado por un terrorista antigobierno norteamericano y las quemas de Iglesias en Noruega, obra de músicos de Black Metal, que se hacían llamar Inner Circle, durante varios años de la década de los años 90.
A la fecha no me he encontrado con la noción de que los incendios perpetrados por los miembros del Inner Circle fuesen considerados actos de terrorismo (quizá no he buscado bien, alguien corríjame), pues a mi parecer cumplen con ciertas características que podrían englobarse en esa categoría. Su bandera era la erradicación del cristianismo a favor, o del satanismo, pero sobre todo la "propuesta" más contundente, del paganismo escandinavo. Se sabe que al menos sólo una tendencia neopagana se acerca a esta visión radical violenta, el delirante Wotanismo del supremacista blanco David Eden Lane, pues los reconstruccionismos paganos europeos por lo general se muestran más bien como religiones pacíficas onda new age.
Ahora bien, ¿qué podría tener que ver lo sucedido en 2011 con los delirios piromaníacos de los blackmetaleros noruegos? Una aspiración de pureza. Sí, leyó usted bien, las vías son distintas, los razonamientos son distintos, las premisas son distintas, pero buscan lo mismo: la pureza noruega, y en el caso de Breivik, una liberación contra los invasores de todo el continente a favor de la pureza, no sólo escandinava, sino europea y occidental. Si para los blackmetaleros la pureza escandinava tenía que ver con una idealización del supuesto modo de vida guerrero y sangriento de los vikingos frente a una religión de débiles como lo era el cristianismo, para Breivik se trataba de algo más aterrizado: llamar a las armas a aquellos europeos genuinamente preocupados por la "invasión musulmana" y la tolerancia multiculturalista de sus gobiernos, acusados de "marxistas". La estética de la violencia musical contra una religión frente a una idealización de un alzamiento en favor de una Europa auténtica libre de migrantes islámicos, ¿qué les parecería más inofensivo, sin tener las referencias? Hasta aquí el (dis)símil con los metaleros extremistas.
Por su parte, si hacemos las comparaciones con el buen Timothy McVeigh, las cosas parecen tener mucho más sentido. De acuerdo con lo que se ha difundido sobre el documento de Breivik y que he podido comprobar en mi propia lectura de su manifiesto, la posición del noruego se acerca a las del conspiranoico movimiento de las milicias, de soberanía ciudadana y de antiinmigrantes en Estados Unidos, con los que comparte muchos mitos políticos, en especial los relacionados con las imposiciones de un gobierno tiránico que no expresa un "auténtico sentir del pueblo" cristiano y blanco. La posición no es de exterminio total de todos los diferentes (en este caso los árabes y musulmanes), sino lograr tener un espacio propio, un espacio vital... Poca gente toma en consideración que lo que los nazis más sobrios (si cabe la expresión) buscaban era, más que la conquista mundial, como nos lo han querido pintar muchos, la más modesta pero infinitamente más devastadora conquista de una fracción del este europeo para los "arios alemanes". Breivik, los "milicianos" aislacionistas gringos y los nazis comparten, al menos, este mito fundamental. Y la estrategia es lo que marca la diferencia. Breivik eligió hacer presión y aplicó lo que los anarquistas tiranicidas de hace un siglo llamaron propaganda por el hecho, para obligar al cambio de las políticas migratorias y evitar el "genocidio cultural" de lso europeos.
Breivik invita a ver esta lucha en una perspectiva de largo aliento, pues está contemplando casi todo el siglo para lograr su utopía conservadora, poniendo fecha límite para la revolución, es decir, el año 2083. En el transcurso de esos años recomienda seguir ciertas directrices para ir eliminando a los "traidores a Europa", ofreciéndoles en 2020 la oportunidad de rectificar el camino. Me recuerda un poco a la doctrina comunista de la Guerra Popular Prolongada... y no andaríamos tan errados en la comparación, pues lo conservadora no le quita a esta mítica revolución europea lo popular, si entendiésemos el concepto de "pueblo" desde distintas perspectivas más allá de la tradición de izquierda nacionalista.
No estaría de más hacer un recuento (recuento, jeje... ¿se fijaron?). Just for fun.
Templarios a la orden
Existe una delirante pero atractiva teoría resumida en la palabra Eurabia. Cuenta la leyenda que consiste en imaginarse una gradual invasión cultural, racial y religiosa del Anciano Continente por parte de musulmanes de todas nacionalidades. Debates aquí y allá en varios países entre los inmigrantes que se asumen como musulmanes y las autoridades, arrastran a la polémica a académicos y activistas de todo signo ideológico. Los más paranoicos de la malvada derecha y ultraderecha vienen repitiendo desde hace años la terrible leyenda de una Europa árabe, musulmana, en la que los blancos cristianos serían minoría and stuff. No estoy tan enterado, pero podría asegurar que muchos de los creyentes en este mito ya se han visto involcrados en actos de violencia directamente derivados de estas creencias, como crímenes de odio.
Los servicios de inteligencia, seguro, también deben tener en la mira a muchos de estos grupos que pregonan el peligro de Eurabia junto a otros lugares comunes de la derecha de cada país. Los vigilan y han de estar al pendiente de lo que hacen y dicen, pero siempre se les ha de escapar uno.
Y madres, pasó. Pasó el 22 de julio en Oslo. Un evento que los medios calificaron de la mayor tragedia en Noruega desde la Segunda Guerra Mundial. Wikipedia dice que es el primer atentado en la historia del país. Una bomba en el edificio en el que chambea el primer ministro noruego y una masacre perpetrada en un campamento juvenil socialdemócrata juntaron un total de 77 víctimas mortales y alrededor una centena de heridos, además de un estado de pánico generalizado entre la población. Reacciones inmediatas: el New York Times se dio un quemón horrible señalando primero que nada a un grupo llamado Ansar al-Yihad al-Alami, el cual se desligó de los atentados poco después (cosa de horas), mientras la policía noruega, más sobria, adelantó que únicamente sospechaba de "grupos antisistema" o, en todo caso, que las investigaciones aún estaban por comenzar.
Todas las dudas respecto a la autoría de los ataques se disiparon cuando entró en escena Anders Behring Breivik, un personaje de perfil más bien bajo, pero de una claridad de ideas pasmosa. Habiendo sido detenido poco después de perpetrar el mortal tiroteo contra los jóvenes en la isla de Utoya, en las semanas que siguieron se dio a conocer que se le reconocía como el pepetrador y ejecutor tanto del bombazo en Oslo como de la masacre en la isla. La prensa dibujó su perfil basándose en sus afiliaciones: ex fracmasón y antiguo miembro del derechista Partido del Progreso noruego. Se completó con las menciones de los rastros que había dejado en internet antes de su atentado, tanto su perfil de Facebook (de donde se derivaba que se autoproclamaba nacionalista y cristiano), como el video que había dejado en Youtube y el único tuit que escribió: "Una persona con creencias iguala la fuerza de 100 000 con sólo intereses", citando a John Stuart Mill. Todo ello fue borrado el mismo día de los atentados.
Pero sin duda su legado a la red más interesante es su extenso manifiesto que tituló 2083: Una Declaración de Independencia Europea, un compendio panfletario de 1500 páginas que resume muy bien el imaginario político de este individuo. Me lo descargué hace un tiempo para darle una checada en intervalos, y bueno, creo que sobra decir que no he avanzado mucho, tengo otras cosas que hacer. Pero una revisada rápida me dio una idea general del documento.
Para mi tesis he venido recopilando referencias teóricas para analizar los discursos y actos de los grupos rebeldes (en el caso de mi trabajo, para las guerrillas urbanas en al Ciudad e México en los años 60s y 70s) en términos de lo que vulgarmente llamaríamos "lugares comunes", es decir, su imaginario. El caso de Noruega, Breivik y su "Revolución pan-Europea Conservadora" , me llamó la atención porque, para mí, las dos primeras referencias que me recordó la noticia fueron el atentado de Oklahoma del 95, perpetrado por un terrorista antigobierno norteamericano y las quemas de Iglesias en Noruega, obra de músicos de Black Metal, que se hacían llamar Inner Circle, durante varios años de la década de los años 90.
A la fecha no me he encontrado con la noción de que los incendios perpetrados por los miembros del Inner Circle fuesen considerados actos de terrorismo (quizá no he buscado bien, alguien corríjame), pues a mi parecer cumplen con ciertas características que podrían englobarse en esa categoría. Su bandera era la erradicación del cristianismo a favor, o del satanismo, pero sobre todo la "propuesta" más contundente, del paganismo escandinavo. Se sabe que al menos sólo una tendencia neopagana se acerca a esta visión radical violenta, el delirante Wotanismo del supremacista blanco David Eden Lane, pues los reconstruccionismos paganos europeos por lo general se muestran más bien como religiones pacíficas onda new age.
Ahora bien, ¿qué podría tener que ver lo sucedido en 2011 con los delirios piromaníacos de los blackmetaleros noruegos? Una aspiración de pureza. Sí, leyó usted bien, las vías son distintas, los razonamientos son distintos, las premisas son distintas, pero buscan lo mismo: la pureza noruega, y en el caso de Breivik, una liberación contra los invasores de todo el continente a favor de la pureza, no sólo escandinava, sino europea y occidental. Si para los blackmetaleros la pureza escandinava tenía que ver con una idealización del supuesto modo de vida guerrero y sangriento de los vikingos frente a una religión de débiles como lo era el cristianismo, para Breivik se trataba de algo más aterrizado: llamar a las armas a aquellos europeos genuinamente preocupados por la "invasión musulmana" y la tolerancia multiculturalista de sus gobiernos, acusados de "marxistas". La estética de la violencia musical contra una religión frente a una idealización de un alzamiento en favor de una Europa auténtica libre de migrantes islámicos, ¿qué les parecería más inofensivo, sin tener las referencias? Hasta aquí el (dis)símil con los metaleros extremistas.
Por su parte, si hacemos las comparaciones con el buen Timothy McVeigh, las cosas parecen tener mucho más sentido. De acuerdo con lo que se ha difundido sobre el documento de Breivik y que he podido comprobar en mi propia lectura de su manifiesto, la posición del noruego se acerca a las del conspiranoico movimiento de las milicias, de soberanía ciudadana y de antiinmigrantes en Estados Unidos, con los que comparte muchos mitos políticos, en especial los relacionados con las imposiciones de un gobierno tiránico que no expresa un "auténtico sentir del pueblo" cristiano y blanco. La posición no es de exterminio total de todos los diferentes (en este caso los árabes y musulmanes), sino lograr tener un espacio propio, un espacio vital... Poca gente toma en consideración que lo que los nazis más sobrios (si cabe la expresión) buscaban era, más que la conquista mundial, como nos lo han querido pintar muchos, la más modesta pero infinitamente más devastadora conquista de una fracción del este europeo para los "arios alemanes". Breivik, los "milicianos" aislacionistas gringos y los nazis comparten, al menos, este mito fundamental. Y la estrategia es lo que marca la diferencia. Breivik eligió hacer presión y aplicó lo que los anarquistas tiranicidas de hace un siglo llamaron propaganda por el hecho, para obligar al cambio de las políticas migratorias y evitar el "genocidio cultural" de lso europeos.
Breivik invita a ver esta lucha en una perspectiva de largo aliento, pues está contemplando casi todo el siglo para lograr su utopía conservadora, poniendo fecha límite para la revolución, es decir, el año 2083. En el transcurso de esos años recomienda seguir ciertas directrices para ir eliminando a los "traidores a Europa", ofreciéndoles en 2020 la oportunidad de rectificar el camino. Me recuerda un poco a la doctrina comunista de la Guerra Popular Prolongada... y no andaríamos tan errados en la comparación, pues lo conservadora no le quita a esta mítica revolución europea lo popular, si entendiésemos el concepto de "pueblo" desde distintas perspectivas más allá de la tradición de izquierda nacionalista.
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