¿No les gusta la palabra "paparruchas"? Es genial -como el cereal- Se la robé a Rius; específicamente de La trukulenta historia del Kapitalismo. Pero me imagino que no les interesa saber de donde saco mis palabras domingueras. De hecho, pensaba hablar de algunas cosillas que han sucedido por estos lares (osea, mi cabeza, mi mundo y la parte de la ciudad que más frecuento). Eso que nuestro anónimo favorito reclamó alguna vez acerca de que yo trabajo para el Distrito Federal, resulta bastante cómico ahora que me doy cuenta de que andar en el Centro Histérico de esta ciudad te hace blanco de entrevistas y fotos de publicaciones oficiales o independientes, la grado de que mi imagen (una que igual se va a perder en los archivos de la memoria de esta urbe tercermundista maquillada) ya es parte de un discursillo medio oficial. Entré, después de varios años de evitarlo, en las estadísticas de opinión de los norteados ciudadanos tenochcas.
Lo que sucede es que, como estoy haciendo investigación en el Archivo Histórico del DF, un día me agarraron ahí los de Km. Cero, el periódico gratuito del Gobierno sobre el Centro Histórico -que por cierto, ese link que puse, no mamen, solo llega al número de septiembre y ya estamos en noviembre- y me hicieron preguntas incómodas sobre lo que hice la noche del 3 de mayo de 2001, mi tipo de sangre, si prefería al Canaca o a Dios Eolo (por cierto, ¿alguien sabe por qué carajos le dicen "Dios Eolo" a esta muestra viviente de folklore etílico?) y sobre lo que hacía en esos momentos, es decir, la investigación que hago para la Doc Anne Staples sobre la educación en la ciudad en el siglo XIX... y claro, mis impresiones sobre la importancia de los archivos, bla bla bla. De todo lo que dije, que les juro me esforcé por dar comentarios sensatos, le cortaron no sé cuánto y al final quedó esto:
Eh... creo que no se ve bien, pero los muy cínicos me contaron 24 años, cuando es del conocimiento público y privado que tengo 21 (con tres años más, nomás imagínense dónde estaría); aunque debo ser honesto diciendo que me sorprende que no se hayan equivocando poniendo mi apellido, ya que toda mi vida ha sido de que me llamen García, Arciniega, Areiga, Arcilla (!!). Como no se ve el texto, lo transcribo:
Hector Arciga, 24 años [21!!! grrr] (Archivo Histórico de la Ciudad de México [del DF!!!])
Es muy importante poder tener acceso a estos documentos, son fuentes primarias que permiten saber exactamente qué es lo que estaba pasando [¡¡¡NOOO!!! ¡¡Por las barbas de Bakunin!!¡Yo dije algo muy distinto a eso!! ¡Pónganse buzos!] Es muy emocionante, aunque es pesado [ehhh... pues sí dije eso y de hecho lo creo, pero lo maticé más veces de lo que lo hacía Bob Ross con los árboles y nubes que no eran felices =recuerden que los que sí eran felices nomás ameritaban una pincelada=] Yo no tengo formación en paleografía (disciplina que estudia la escritura de los libros y documentos antiguos) [colegas: conste que eso que está entre paréntesis lo pusieron ellos. Y es cierto, mis únicos conocimientos de paleografía los forjé en estos últimos meses por necesidad en el archivo y en una clase de primer semestre donde lo único que aprendí fue a sacar significados ocultos más allá de lo evidente ="mi ebrio primo el Capillas", jeje, perdón: chiste local=] y a veces se me dificulta la lectura porque, como ahora, hay unos con mejor letra que otros.[Eso lo dije y lo sostengo. Además es innegable. Si no me creen, nomás un día aviéntense a leer los oficios de un miembro del Ayuntamiento de 1850 y compárenlos con los de un maestro del mismo año; el segundo es mil veces más legible. Caray, hasta los niñoss escribían mejor que la gente de gobierno]
Si no me han acabado de creer, chéquense la foto:
Quien haya adquirido el periódico ni idea ha de tener que Hector Arciga es este que sale en primer plano, porque el pie de imagen dice "Sala de Consulta del AHDF". Varios me han preguntado sobre los guantes y cubrebocas (¿por qué los traes?) y siempre les contesto con una anécdota: una tipa que llegó un día a pedir información sobre el Archivo le comentó a la doña que nos recibe las cosas que no podemos introducir a la sala de consulta que ella suponía que las protecciones eran para evitar que lo viejo de los documentos, o los hongos nos hiciera daño. Tranauilamente, la doña le contestó: "No! Es para que usted no los contamine!" Ciertamente hay momentos en que uno llega a pensar que la gente parece menos digna de protección que un papel antiguo y más como un indeseable intruso.Salimos mis brillantes opiniones cercenadas, mi bello medio perfil y yo en el número 4 de Km. Cero, que es el de Octubre. Una de las chavas que trabajan ahí me avisó oportunamente de que salí en el periódico y claro, yo ese mismo día me decidí a verme inmortalizado en el papel de un órgano de gobierno. Nunca imaginé que vertería más opiniones que se podrían hacer públicas poco después, pero esta vez a un espacio "alternativo". Dos semanas después me vi con una amiga para comer ahí cercas del Archivo; ya cuando íbamos dirección a abordar el gusano naranja en Bellas Artes, vimos a lo lejos a una chica que estaba como que posando para fotos o la estaban filmando un par de tipos ahí donde comienza la Alameda. Una siniestra idea me cruzó por la mente y le dije a mi amiga que fuéramos a arruinar la toma atravesándonos y haciendo caras detrás de la chava (aunque al final igual no me iba a salir lo ojete tan naturalmente como a otros y hubiéramos acabado nomás yendo a curiosear), pero cuando nos acercamos vimos que era efectivamente una entrevista y lo que es más, uno de los tipos me dijo que venían del Circo Volador, que les habían encargado un trabajito sobre el Vicentenario, y que yo era perfecto para decir algunas palabras al respecto. Poco después, mi amiga me hizo notar que al parecer me eligieron por mi aspecto y que ella se sintió discriminada al no haber sido considerada por no parecer tan hippiosa o chaira como yo (lo cual me ha puesto a reflexionar sobre mi apariencia: como que les parecí una persona que tenía algo interesante que decir, sin haberme oído hablar siquiera). Me dijeron que me harían solamente unas preguntas y yo, generoso que soy son mi público, accedí.
¡Gracias por la foto, Nahye! Debo decir que acepté, como dice el letrero que se alcanza a ver, "bajo mi propio riesgo" ¿Se nota el letrerito de 1810 2010, lo único relacionado con el vicentenario en esa entrevista?
La entrevista giró sobre unas preguntas bizarrísimas acerca de si la ciudad fuera una obra de teatro, en qué llamada estaríamos, que si fuera Blancanieves y los 7 enanos, quienes serían los enanos, y me pidieron una sugerencia para ser feliz en esta ciudad. Contesté puras ideas que llegaban a mi mente de manera tan improvisada que acabé pidiendo la legalización del LSD gritándolo. Eso sí, me encantó lo que dije cuando me preguntaron dónde comenzaba mi ciudad y dónde terminaba: "Comienza en un microbús y termina en el cielo". Caray, quisiera ver el programa (de canal 22 según me dijeron estos tipos, pero no me dijeron cuando; ya investigué por otro lado y no pude averiguar más) para ver cómo suena en televisión. Me comentaron que les gustaron mucho mis respuestas.
Es algo muy curioso, porque todo lo que dije sonó tan distinto de lo que declaré a Km. Cero. No soy precisamente un ejemplo de coherencia ideológica, lo cual llegué a notar de nuevo cuando discutíamos en mi clase de Revoluciones del Siglo XX, con Iván Valdez Bubnov, una de las mejores clases que he tomado en toda la carrera. Es increíble: el título de esta clase, según nos aclaró el buen Bubnov el primer día, estaba puesto a propósito para engañar a los latinoamericanistas, ya que la materia la compartimos los de Historia con los de Estudios Latinoamericanos, ya que el tema central es la Revolución Turca. Pero él es especialista en historia de España siglos XVI y XVIII. Pero es tan chingón que se aventó un curso que llenó muchas de mis lagunas de conocimiento de historia universal básica con una destreza que no había visto en otro catedrático de los que me han dado clase. El caso es que tocamos el tema del fascismo en una de las clases recientes y él comentaba sobre las formas actuales que pudo haber originado un discurso tan disperso y extremista como el que se manjeaba entre nazis y fascios. Llegó a mencionar que incluso los neoaztlanistas, bueno... sinarquistas (merde, debo informarme más) y yo hice hincapié en que el reciente festival de Día de Muertos en el Zocalo llegó a mostrar cierta apertura a estas formas de pensamiento. Recuerdo perfectamente que el permonce musicalizado por Jorge Reyes (ex integrante de Chac Mool), hubo gritos de vivas a la Mexicanidad. Los reunidos ahí, como yo, no nos pudimos sustraer a responder el viva. Bueno, yo nomás grité AHHH. Pero me sorprendió que con qué facilidad nos vimos empujados a sentir entusiasmo por la Mexicanidad. Y yo lo critiqué en mi clase con Bubnov. Un compañero expresó que sí estaba para pensarse en lo que yo había dicho; de como era posible que un discurso (el de la mexicanidad) tan cercano en ciertos aspectos al fascismo, podía arrastrarnos a un momento de comunión colectiva.
Jorge Reyes en el perfomonce que musicalizó ese 1ro de Noviembre en el Zócalo. Debo admitir que, estéticamente, me gustó bastante. Y aunque el grito de ¡Viva la mexicanidad! (que no lo dio él) me hiciera al menos soltar un berrido, en general, estuvo muy bien montado.
El gobierno de la ciudad se apoya en eso de la recuperación de las raíces, el acercamiento a la cultura (ejemplo de lo primero, el festival de muertos; ejemplo de lo segundo, el reportaje de la bibliotecas y archivos de Km Cero en el que salí) y una que otra cosilla para obtener cierta legitimidad. Es como una especie de populismo cultural. No sé si esto sea una idea de Marcelo, pero si se rodea de la gente que sí las tiene, ya hay chance para que se vayan colando en los espacios del gobierno algunos discursos mas o menos independientes. Es posible, como muchos lo han dicho, que Peña Nieto ahora tenga un camino más o menos despejado para llegar directito a la Presidencia, pero si Marcelo se postulara, tuviera la posibilidad y ganara (aclaro, pura H I P Ò T E S I S), podría ser que esta manera de hacer politiquería cultural continuara y se esté abriendo la puerta a la crítica desde el "arte" sin que los hombres en el poder se dieran cuenta. Claro que podría peco de ingenuo, pero es una posibilidad.
Yo, por lo pronto, ya puse mi granito de arena, y de hecho lo hago cada que escribo aquí. Y así, entre fascismos trasnochados, periódicos que me aumentan la edad y entrevistas dadas al Circo Volador, cada vez me doy cuenta de que tan cierto es que mi ciudad termina en el cielo.
Se oye mamón, pero ando contemplativo, ¿qué van a hacer la respecto?
SALUDOS DESDE EL LIMBO
H.